Monumentos y Lugares de Interés

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l Pinturas Rupestres l Puente de Hierro l Estación de Ferrocarril l

l Los Molinos Harineros l Las Almazaras l Ruinas de Explotaciones Mineras l

 

El autor de este trabajo es Juan López Soria.  Queda prohibida la reproducción y distribución total o parcial de mismo sin su permiso.

 

     Los principales monumentos o elementos de nuestro patrimonio histórico, artístico, cultural, religioso, etnológico, industrial, arqueológico y lugares de interés, son:

 

     1. El Castillo y las ruinas de la primitiva Iglesia de Santa María

 

     El Castillo está situado en el paraje conocido como Puerta del Campo, donde la Rambla de Gérgal que ha ido encajonada se abre al valle, junto a la Carretera de Las Aneas y El Almendral, en un montículo al NE. del núcleo urbano de Gérgal desde el que se divisa por el norte y este, la Sierra de Filabres, la Rambla de Gérgal y la Loma Tablas que forma una impresionante muralla; por el sur el caserío, la vega, el valle y las montañas que lo rodean; por el oeste queda una pared de cerros alineados entre los que destaca la Ermita de Santo Sepulcro.

Castillo de Gérgal a principios del S. XX

Castillo de Gérgal a principios del S. XX  con casas a su alrededor

     Su planta es una nave central cuadrada de 15'50 m. x 15'50 m. que se levanta sobre una zona de roca pizarrosa, lleva adosados cuatro torreones  circulares de 5 m. en las esquinas y otro torreón de forma ovalada y almenado para defender la entrada. La nave central está almenada y tiene tres plantas; los torreones o cubos de las esquinas están protegidos por casamatas (bóvedas muy resistentes para instalar piezas de artillería) de forma aparentemente cónica, pues desde lejos se aprecia su forma piramidal. Estas casamatas de tejados en punta son un modelo muy común en Castilla y pueden encontrarse también en Cuevas de Almanzora (Almería). Antiguamente poseía una capilla, almacén de granos y diezmos y horno de pan, estancia que se utilizaba como alojamiento de los criados. Planta del CastilloSu puerta de entrada se encuentra en la fachada de Poniente que da a la Carretera de Las Aneas y su fachada principal está defendida por un bastión de planta semicircular formado por un muro almenado a modo de barbacana que no es original, pero que se ha integrado visualmente en el conjunto tras la restauración realizada al Castillo por su actual propietario.

     Sus muros están hechos de mampostería, con piedras gruesas y sin labrar, principalmente lajas de pizarra en horizontal, material utilizado en las construcciones de la zona. Su función defensiva se aprecia en las troneras para armas de fuego portátiles que baten sus muros. La puerta de entrada está protegida con una ventana aspillerada (la aspillera es una abertura larga y estrecha de un muro para disparar por ella) y cadahalso (estructura de tablas que sobresale). Al acceder nos encontramos con un postigo en lugar de una puerta, por razones de seguridad, con una entrada en recodo protegida de la torre de acceso para evitar el impacto frontal de los disparos de la artillería enemiga. En su función defensiva utiliza también el principio de la compartimentación a distintos niveles, como se manifiesta en el patio previo al interior del Castillo y tras el postigo de acceso, y con la presencia de aspilleras en algunas habitaciones del interior. (Fuente consultada: Página Web http://www.almediam.org).

 

     Es una antigua fortaleza que controlaba el territorio que domina durante la ocupación árabe y la posterior conquista castellana. Gérgal era un cruce de caminos entre Granada, Guadix, Tabernas y Almería, y en caso de guerra, el Castillo era el principal baluarte defensivo ante un ataque enemigo. No está datada su construcción. Se sabe que existía a finales del siglo XV cuando se produjo la conquista de Almería por los R.R.C.C. en 1489. Un informe de 1501 sobre el señorío de don Alonso de Cárdenas, Maestre de Santiago, dice: "... necesita reparos ..." .

Vista del Castillo y la Iglesia   Perspectiva del Castillo

     Por sus características podemos especular que el edificio actual, con trazas de modelo castellano, se construyó sobre una fortaleza árabe, que a su vez, siguiendo el patrón de la mayoría de éstas, se construyó sobre una fortaleza romana, que cuando entró en crisis el imperio romano, aglutinó en torno a ella a la población de la comarca. Los árabes  aprovecharon estas estructuras defensivas romanas, que formaban una serie o cadena de fortificaciones comunicadas entre sí, para defender el territorio y para marcar una vía de comercio o comunicación. Los castillos o fortalezas árabes se construirán sobre las ya existentes siguiendo las tradiciones arquitectónicas romanas con muros de tapial sobre cimientos de mampostería. En su recinto amurallado se adosaban torres con grandes cisternas y aljibes que servían para abastecer a la población militar encargada de su defensa y en caso de peligro por ataque enemigo para la población civil de las alquerías (aldeas) de los alrededores.

     Se supone que esta fortaleza existió en la época nazarí, entre los siglos XIII y XV, y que en la primera mitad del siglo XVI se construyó el castillo actual de corte castellano medieval, que nos recuerda la torre del homenaje de los grandes castillos, cuando en esta época la tendencia artística era de tipo renacentista. Los castillos que se construían conjugaban la función defensiva y militar con la residencial y palaciega de patios porticados y elementos arquitectónicos renacentistas, como es el caso del Castillo de La Calahorra. El Castillo de Gérgal es principalmente defensivo, por sus reducidas dimensiones, por su robustez y porque debió construirse como residencia de los alcaides o gobernadores que nombraba el Conde de la Puebla al mando de su señorío. Además incorpora torres o baluartes circulares (cubos) en las esquinas -en el medievo se hacían cuadradas- como respuesta a las nuevas armas ofensivas del momento.

 

     La tradición oral cuenta que en una habitación oscura de la planta baja, llamada la Sala de los Secretos hay un pasadizo que comunica con la Loma de Tablas pasando por debajo de la Rambla. Lo que sí se puede constatar es que en la cima de este monte, por debajo de la Ermita de San Gregorio, existió una fortaleza musulmana, cuyos cimientos y restos se pueden observar en la actualidad y debió de ser anterior al Castillo actual.

 

     Perteneció al señorío de Don Alonso de Cárdenas, Maestre de Santiago que se constituyó como pago o premio a su participación en la Guerra de Granada ayudando a los Reyes Católicos. En la Rebelión de los Moriscos (1568-1570) tuvo un papel destacado como foco de la insurrección. El Conde de la Puebla tenía en el Castillo como alcaide y gobernador de su señorío al morisco Francisco de Puertocarrero y al producirse la rebelión, junto con su hijo del mismo nombre, engañaron a los cristianos que había y los degollaron. El hijo, llamado Aben Mequenum, fue nombrado capitán por Aben Humeya para propagar la sublevación por el Río Almería hasta la capital y al mando de 400 hombres armados participó en numerosas batallas y escaramuzas, acabando detenido y descuartizado en Granada por el Marqués de Mondéjar, Conde de Tendilla, Capitán General del Reino de Granada y Alcaide de la fortaleza de la Alhambra.

     Durante el siglo XVI sirvió de fortaleza para defender el territorio que dominaba ante los ataques de los piratas corsos -turcos y corsarios berberiscos- que eran ayudados por los moriscos emigrados o expulsados al Norte de África.  Desembarcaban en las costas almerienses y hacían incursiones al interior para saquear a los cristianos y llevárselos cautivos como botín. Más tarde serían vendidos como esclavos en los puertos norteafricanos. Allí acudían los frailes trinitarios y mercedarios para liberar a los cristianos pagando su rescate. Entre los saqueos más importantes están el de Lucainena en abril de 1555 y septiembre de 1566, el de Nijar en abril de 1562, el de Tabernas en septiembre de 1566, el de Tahal -en pleno corazón de la Sierra de los Filabres- en septiembre de 1573 por el antiguo monfí El Joraique que se había hecho pirata y el de Cuevas de Almanzora en noviembre de 1573.

     Con la expulsión de los moriscos se produjo una etapa de peligrosidad en las tierras almerienses entre 1571-1620 porque cuadrillas de moriscos hambrientos las asaltaban, asesinando a los pocos cristianos que había en ellas. Les ayudaban los huidos al Norte de África amedrentando a los nuevos pobladores para que se alejaran de las tierras que fueron suyas. Durante más de un siglo fue muy peligroso vivir en las tierras próximas al Cabo de Gata y a las calas de las Sierras de Cabrera y Almagrera que servían de refugio a los piratas turcos, argelinos y berberiscos. En estas condiciones el Castillo de Gérgal era un fortín ante las incursiones de los piratas y de los moriscos que no se habían entregado. Por eso hay un documento de esta época que dice que sería necesario que tuviese presidio y por lo menos treinta soldados para luchar contra los moros que se escondían en la Rambla Verdelecha -anejo de Gérgal llamado Arroyo Verdelecho-.
La repoblación de la zona se hizo lentamente y a mediados del siglo XVII se reconstruyó el castillo, quedando probablemente de la forma que ha llegado hasta nosotros.     
    
     A mediados del siglo XVIII la posesión del señorío pasará por línea hereditaria a la Marquesa de la Torre de las Sirgadas que parece ser que utilizó el Castillo como almacén de los granos que recaudaba por los diezmos que le correspondían. Los señoríos se abolieron en las Cortes de Cádiz, en 1812, y con la Desamortización de Mendizábal, en 1837, las propiedades que se consideraban en "manos muertas" y poco productivas pasaron a ser propiedad del Estado. En el pasado siglo XX la  última propietaria del Castillo por línea hereditaria fue Dña. María Luisa Fernández de Córdoba, Marquesa de la Puebla de los Valles, que donó sus últimas posesiones, un cortijo, al aparcero que se lo trabajaba, y el Castillo, al Ayuntamiento. El 9 de octubre de 1968 pasó a ser propiedad del Estado, el 24 de octubre de 1969 por Orden Ministerial fue declarado alienable acordándose su enajenación el 14 de noviembre de 1971 en pública subasta. Fue tasado en 125000 ptas, en el Boletín Oficial de la Provincia de fecha 20 de marzo de 1972 y en el del Estado el 22 de marzo de 1972. El 21 de abril de 1972 se celebró la subasta y fue adjudicado al mejor postor en 576000 ptas que fueron ingresadas en la Delegación de Hacienda de Almería el 11 de julio de 1972 por su comprador. De este modo actualmente se encuentra bien conservado al haberse convertido en vivienda de su propietario, pero desgraciadamente hay muy pocas personas que lo puedan visitar, las que lo solicitan a su propietario, porque desde febrero de 1996 está dispensado por el Director General de Bienes Culturales de la obligación de Visita Pública Gratuita de al menos cuatro días al mes y cuatro horas cada día, que tienen los Bienes de Interés Cultural , con categoría de Monumento, en virtud de la Ley 16/85 del Patrimonio Histórico Español, Art. 13.2 y la Disposición Adicional 4ª del Real Decreto 111/1986. El Castillo fue declarado Bien de Interés Cultural por la Resolución de 22 de junio de 1993.

Camino de acceso al Castillo   Puerta de entrada al Castillo

     El Castillo es junto con la Iglesia el emblema de Gérgal, referentes fotográficos de la imagen del pueblo. Figura en la parte central de su escudo -rescatado en 1969 del sótano de la antigua cárcel donde estaba abandonado, siendo reparado por un pintor de Viator (Almería) llamado Álvarez- y en el escudo provincial como cuarto cuartel -de los nueve que tiene- que fue aprobado el 29 de julio de 1925.

     A la derecha del Castillo, mirado de frente, se encontraban las ruinas de la primitiva Iglesia de Santa María que se ubicaban en lo que hoy es la zona de la piscina del recinto privado del Castillo. Esta iglesia se levantó en el solar de la mezquita que había en este lugar, como era norma en la inmensa mayoría de las iglesias construidas tras la conquista del Reino de Granada por los Reyes Católicos. Se terminó de construir en 1561 y fue saqueada y quemada en 1568 como consecuencia de la Rebelión de los Moriscos (1568-1570). 

 

En primer lugar fotografía del Castillo desde la Rambla de Gérgal, en la que se aprecian las ruinas de la Iglesia de Santa María a su izquierda, del libro "El terremoto de Gérgal de 1 de julio de 1950" por José Rodríguez- Navarro de Fuentes y Juan Mª Bonelli y Rubio. A la derecha fotografía actual del recinto del Castillo donde se aprecia a su izquierda una piscina.

 

    Gérgal fue uno de los lugares donde triunfó esta sublevación, convirtiéndose en un enclave y foco importante, adonde llegaron bandadas de moriscos alpujarreños al mando de los capitanes de Aben Humeya, el Rami (de Instinción) y el Gorri (de Andarax) para propagar la rebelión por la cuenca del Almanzora y por el pasillo de Fiñana hasta el Cenete, pero fracasaron en ambas campañas. Los moriscos sublevados cometieron actos vandálicos de venganza, como respuesta a la política de negación de sus derechos, costumbres y religión, quemando las iglesias y torturando y asesinando a los pocos cristianos que vivían con ellos: el cura, el sacristán y pocos más, que los habían humillado y obligado a renegar de su religión islámica en favor del cristianismo. Se sabe por los historiadores Mármol Carvajal y Bermúdez de Pedraza que el alcaide de Gérgal, Francisco de Puertocarrero, nombrado por el Conde de la Puebla, y su hijo con el mismo nombre cristiano, en árabe Aben Mequenum, uno de los primeros veintitrés capitanes elegidos por Aben Humeya tras su coronación como Rey de los Moriscos en Cádiar, engañaron a los cristianos ofreciéndoles su protección para que se refugiaran en el Castillo y cuando estaban allí los degollaron y mandaron echar sus cuerpos en el campo. Los nombres que se citan son: el Vicario D. Diego Acevedo y su anciana madre, los Beneficiados Sres. Simón y Paz, el escribano del juzgado Bernardo García y muchos cristianos más. Según Mármol ocurrió una cosa bastante inverosímil, algo parecido a un milagro, pues dos mujeres quedaron mal degolladas y desnudas en el campo, donde estuvieron sin comer ni beber, alimentándose sólo de nieve, y quiso Dios que se salvasen, pues unos soldados de Baza que iban a correr la tierra las recogieron y abrigaron y llevaron a la ciudad, donde fueron curadas de las heridas y sanaron. Más tarde llegaría a Gérgal el Marqués de los Vélez, don Luis Fajardo, con 15000 hombres en auxilio de los cristianos, pero los moriscos ya habían huido a otros lugares sublevados. Una vez sofocada la rebelión, Aben Mequenum cayó en manos del Marqués de Mondéjar, que mandó atenazarlo en Granada, siendo allí descuartizado en 1570.


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     2. La Iglesia de Ntra. Sra. del Carmen


     Aunque no hay una fecha exacta de su construcción, parece ser que se construyó a partir de 1680, pues en el proyecto de reforma que diseñó en 1771 el arquitecto Francisco Ruiz Garrido de Vera -que luego no se ejecutaría como estaba previsto por falta de presupuesto- se dice que fue construida de nueva planta a partir de 1680 por el Conde de la Puebla. Conocemos que en 1581 la primitiva Iglesia de Santa María -terminada en 1561-, situada a la derecha del Castillo mirado de frente, seguía en ruinas después de ser incendiada y destruida en la Rebelión de los Moriscos (1568-1570), por lo que la Iglesia actual de Ntra. Sra. del Carmen debió construirse como mínimo a finales del siglo XVI o principios del XVII. Por otro lado en esta época apenas si había habitantes después de que fueran vencidos y expulsados los moriscos. Las tierras que ocupaban se repoblaron con expediciones de cristianos venidos de otros lugares. Fue así como hasta finales del siglo XVI no se recuperó en parte la población y sería a partir de esta época cuando se planteara la nueva construcción de la Iglesia de Santa María, la actual Iglesia de Ntra. Sra. del Carmen, y es difícil pensar que se iniciara su construcción en estas condiciones. Es lógico pensar que se emprendería su construcción a partir de 1680 como se cita en el proyecto de 1771. Cabe la duda, por otro lado de que pudiera existir en estos años de vacío otra Iglesia, bien en el lugar donde se construyó la actual Iglesia, o en otro lugar próximo, porque también es difícil pensar que no hubiera Iglesia durante más de 100 años.Tenemos también que tener en cuenta que el Conde de la Puebla y sus herederos fueron requeridos y amonestados muchas veces por los reyes y por la autoridad eclesiástica para que construyeran y mantuvieran la Iglesia en buen estado de conservación, y pudiera ser que durante este período de más de 100 años existiera algún edificio provisional para el culto.

 

Iglesia de Gérgal   Portada lateral Iglesia y Castillo

     Se cuenta que cuando los moriscos incendiaron la primitiva Iglesia de Santa María se salvó su armadura mudéjar y que el techo de la Iglesia actual de Ntra. Sra. del Carmen es éste. Es probable que sea así, pero ofrece sus dudas porque es difícil creer que siendo de madera no se quemara en el incendio. Lo que sí podemos constatar es que sus archivos o parte de ellos se salvaron como demuestra el hecho de que el primer Libro de Bautismos de 1561 que pertenecía a la primitiva Iglesia de Santa María, se encuentra en la Iglesia actual.

     La Parroquia se fundó canónicamente con el nombre de Santa María, de la que era devota la Reina Isabel la Católica, y tuvo este patronazgo hasta 1744, que fue cuando el Obispo de Almería aprobó el cambio de denominación en favor de la Virgen del Carmen como consecuencia de la predicación que realizó el entonces Párroco de Gérgal D. Salvador Martínez Alcalá, de la Orden Carmelita, que fomentó entre sus feligreses la devoción a esta advocación de la Virgen.

 

Campanario y exterior del Camarín de la Iglesia Portada Principal de la Iglesia Portada Lateral de la Iglesia

     En 1771 se llevó a cabo una reforma por el arquitecto Francisco Ruiz Garrido de Vera, que no se ejecutaría como estaba diseñada en el proyecto, en el que se cuenta que fue construida de nueva planta a partir de 1680 por el Conde de la Puebla, encargándose de las obras Ginés Ximénez y Pedro Marques y las concluyó Francisco Alonso, siendo gobernador y administrador don Ginés Díaz Granados. Con esta reforma se volvieron a enlucir los muros, se agrandaron las ventanas hasta darles 4 ó 5 palmos de luz, se construyó una nueva tribuna o coro alto a los pies del templo y se recrecieron los muros de cabecera de las dos naves laterales y los muros que separan las naves laterales de la central.

 

Interior de la Iglesia de Gérgal     Interior de la Iglesia de Gérgal

Interior de la Iglesia de Ntra. Sra. del Carmen con el Altar Mayor y parte de una de las naves laterales

 

     La Iglesia tiene planta basilical del modelo de iglesia cajón de tres naves, una central y dos laterales, comunicadas entre sí por arcos de medio punto, con la Capilla Mayor diferenciada por un arco toral. Es el modelo de iglesia que se hacía en localidades importantes y en las villas cabeceras de comarca. Sus dimensiones son de 30 m. x 17 m.

 

     Los muros son de mampostería a base de piedra pizarra y cal. En determinadas partes como en las dos portadas y en zonas que delimitan diferentes niveles de altura, pilares en las esquinas y puntos claves para reforzar la estructura, llevan ladrillos de arcilla que van unidos con mortero de cal. Se puede apreciar también mortero de cemento y arena empleado en inadecuadas restauraciones a base de picado que ha destruido las pinturas originales.

 

     La armadura mudéjar del techo de la nave central es el elemento arquitectónico del conjunto de mayor valor artístico. Es del tipo de lima rectangular, de las llamadas mohamares (dos limas), que se centra en la pareja de tirantes, sostenidos en canes decorados con estrellas de 8 puntas unos y con lazos de 4 otros. Termina en el arco toral que la separa de la Capilla Mayor. Las naves laterales se cubren con armaduras de colgadizo y tienen 10 altares. En la parte central de la armadura, en un octógono cerca del arco toral, sobre el Altar Mayor, está decorado el Sol de Portocarrero, escudo del Obispo Juan de Portocarrero de Almería, que estuvo al frente de la diócesis desde 1602 hasta 1631. Lo que nos da pie a pensar que el artesonado de la Iglesia de Ntra. Sra. del Carmen pudo construirse en esta época, que echaría por tierra que fue construida a partir de 1680. Pero, por otro lado, se ha constatado que se ha llamado Sol de Portocarrero erróneamente a este escudo, ya que el que aparece en bajorrelieve en la fachada oriental de la Catedral de Almería es bastante anterior al mandato de dicho Obispo; comprobándose que es el escudo del fundador de la Catedral de Almería, Fray Diego Fernández de Villalán, Obispo desde 1523 a 1566. La Catedral fue construida a partir de 1525. El error se ha producido porque en uno de los cuarteles (divisiones) del escudo de Portocarrero aparece un sol parecido al escudo de Villalán. Por lo que debemos pensar que se colocaba el escudo de Villalán en las iglesias, dada la importancia que tuvo sobre la diócesis de Almería, no teniendo relación directa con la época de su construcción.

 

 
Escudo de Portocarrero en detalle y en el conjunto de la armadura de la Iglesia


     Otros elementos destacables son el coro a un nivel superior, sobre la puerta principal, al que se accede por unas escaleras, un camarín de estilo barroco tras el altar mayor -se construyó en el año 1745 para alojar a la imagen de la Virgen del Carmen recién nombrada nueva Patrona de Gérgal (1744)- de planta octogonal y cúpula de lunetos, en el exterior tiene una planta absidal de 5 lados y la torre campanario de gran volumen situada en la cabecera, tras el altar mayor, a la que se accede por unas escaleras.

Iglesia desde la Glorieta   Iglesia desde el Camino del Castillo

 

     En la actualidad se encuentra cerrada al público por obras de restauración, llevando ya cinco años en esta situación (esta información se escribe en 2006). Se cerró en septiembre de 2001 cuando se iniciaron los trabajos de restauración de la 1ª Fase que consistió en reparar la cubierta. Cuando se comenzó la restauración interior se descubrieron pinturas murales al limpiar las paredes. Las hay de tema iconográfico visible: la Inmaculada Concepción y de tema iconográfico no visible: una figura masculina (se aprecia un pie desnudo), figuraciones arquitectónicas: columnas salomónicas, entablamentos (arquitrabes, frisos y cornisas), molduras lineales y curvas, elementos vegetales (flores y guirnaldas). Parece ser que ésta ha sido la causa de la paralización de las obras, pues con este motivo el Ayuntamiento encargó un Estudio Preliminar de Análisis, Detección y Diagnóstico de dichas pinturas para recuperarlas y restaurarlas con cargo al Ayuntamiento y a la Consejería de Cultura. Este trabajo se realizará cuando se termine la 2ª Fase del Proyecto de Restauración de la Iglesia Parroquial, que debe comenzar en breve, puesto que se tiene el visto bueno de la Dirección General de Bienes Culturales de la Junta de Andalucía, cuyo coste total es de 244.052'49 €. Esta espera está impacientando a gran parte de la población que está deseando volver a entrar en ella.

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     3. El Puente viejo de Gérgal
     
     Es una construcción de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Se inició en 1880 y por problemas relacionados con los terrenos necesarios para su levantamiento se retrasó unos 28 años. Se terminó de construir en 1908 bajo la dirección del Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos D. José Molero Levenfeld.


Puente de Gérgal a principios del S. XX, recién construido. Se puede observar el cauce de agua que lleva la Rambla 

    José Molero Levenfeld era Ingeniero Jefe de Primera Clase del Cuerpo de Caminos, Canales y Puertos. Nació en Granada, en 1872, donde con 13 años vio llegar el tren por primera vez. Ya se podía desplazar en tren hasta Guadix para ir a La Calahorra, pueblo de su padre. Este acontecimiento marcaría su vida y su vocación, pues estudió para Ingeniero de Caminos. Vivió en Gérgal a finales del siglo XIX y primeros años del siglo XX, adonde llegó con 23 años, en 1895, para la construcción del ferrocarril Linares-Almería. En 1909 se casó en la Iglesia de San Pedro de Almería con María Rosario Miura Casas, hija del Registrador de la Propiedad de Gérgal, José Molero Nájera. Invirtió en la compra de tierras en Gérgal, comprando a pequeños propietarios reunió una gran propiedad, que conocemos como El Cortijo Miura, llamado así por el primer apellido de su esposa. Entre 1899-1900 participó en la construcción del ramal ferroviario de 4'5 km. que conectaba la Línea de Ferrocarril Almería-Linares a su paso con la Estación de Gérgal con la Terminal de Gérgal pueblo, llamada también Cruz de Mayo, que recogía por cable el mineral de las minas de hierro. Los terrenos de la Terminal Cruz de Mayo pertenecían al Cortijo Miura y por tanto a su propietario José Molero Levenfeld, que los arrendó a las distintas compañías que se fueron sucediendo en la explotación como "The Soria Mining Company Limited" de Liverpool y "Echevarrieta y Campbell" que desmanteló la Terminal y le devolvió los terrenos en 1930.

 

José Molero y su esposa Mª  Rosario Miura en los jardines del Cortijo Miura de estilo clásico francés

    José Molero y Rosario Miura tuvieron una hija, Rosario Molero -única heredera-, que se casó con Carlos Escobar Benavente, famoso médico de niños (pediatra) en los años 50 y 60 en Almería. José Molero, al casarse, se fue a vivir a Almería, a una vivienda del Paseo, enfrente del gigantesco ficus. Trabajó en las obras de ampliación del Puerto de Almería, en el de Adra y en la Isla de Alborán. Se convirtió en uno de los personajes más populares de la sociedad almeriense. Fue Jefe de Obras Públicas de la provincia y presidente del Casino. Uno de sus ambiciosos proyectos, que nunca llegó a realizarse, fue un tranvía de viajeros y mercancías por la Carretera de Puerto Lumbreras a Almería (Carretera Nacional-340) que uniera Almería con los pueblos que habían quedado lejos del ferrocarril como Rioja, Benahadux y Tabernas y llegaría en la capital a puntos estratégicos como el Puerto, la Estación de Ferrocarril y la Plaza de Toros. En 1913, junto a un grupo de empresarios emprendedores, participó en la fundación de los Boy Scouts de Almería para fomentar el espíritu patriótico y se convirtió en su presidente.

 

     Como reconocimiento a su labor en la construcción del Puente de Gérgal, el Ayuntamiento le puso su nombre a la calle que une la Calle Sebastián Pérez con el Barrio de Pilanos a través del Puente (Avenida de Molero). Como consecuencia de la Guerra Civil y de la ideología fascista del nuevo régimen del General Franco, al haber sido durante la guerra Jefe de Obras Públicas, fue apartado del servicio y depurado. En 1944, lo rehabilitaron y lo destinaron como castigo a las Islas Canarias, pero no llegó a irse, pues falleció en Almería, la tierra donde había vivido durante 50 años.

 

Vista del Puente Rambla abajo
 

     La construcción del Puente está realizada con piedra, barro y grandes bloques de piedra en los arcos y muros.  Es una gran obra de ingeniería, que en la actualidad se mantiene perfectamente. Tiene un gran arco central sobre el cauce principal de la Rambla de Gérgal y dos arcos secundarios, uno a cada lado, para cubrir una gran avenida de agua, en otro tiempo frecuentes con las tormentas de verano, que arrastraban piedras, ramas y troncos a su paso produciendo un gran ruido que hacía que los gergaleños fueran a contemplarlo desde arriba. A este fenómeno se le llamaba "ha salido la rambla" y cuando pasaba por los tres arcos se decía que llevaba los tres "ojos" del Puente.

 

   

 

     En su día supuso todo un acontecimiento para el pueblo, pues antes de su construcción el camino de Gérgal a Almería -entonces había carros y caballerías y no existían aún los vehículos- se hacía Rambla abajo que llevaba riachuelos prácticamente todo el año. Uno de los caminos era por la actual Calle Almería -en recuerdo a que por ella se iba a la capital- y se bajaba por la Fuente de la Canaleja hasta la Rambla. A partir de la construcción del Puente se comunicó el pueblo con el Barrio de Pilanos por encima de la Rambla y quedó como el camino de Almería, después Carretera Comarcal 3326 hasta el actual trazado de la A-92 que pasa un poco más abajo de la Rambla por otro puente.


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     4. La Cimbra

     Es un lavadero público que forma parte de la vida de muchas generaciones, sobre todo de gergaleñas, que iban a él a lavar la ropa sucia de la familia. Se construyó en 1947, siendo Alcalde de Gérgal D. Javier Urunceta, Registrador de la Propiedad, y su coste fue de 20.000 ptas de la época. Antes de su construcción las mujeres lavaban en la Rambla en piedras colocadas sobre las pozas de los riachuelos que por ella transcurrían. Funcionó hasta mediados de los años setenta en que dejó de utilizarse debido a dos causas principalmente: la primera fue que el agua corriente empezó a llegar a la mayoría de los hogares, la gente puso pilas de lavar en sus casas si no las tenía y para los más pudientes llegaron las primeras lavadoras automáticas; la segunda fue que la acequia de agua que pasaba por el interior de la Cimbra empezó a disminuir su caudal hasta desaparecer poco a poco.

Vista de La Cimbra de Gérgal
Vista general de La Cimbra desde la Rambla de Gérgal

     Su nombre viene de uno de los significados de la palabra "cimbra" que es la curva de la superficie interior de un arco o bóveda, pues como podemos apreciar en la fotografía tiene seis arcos de medio punto. Los árabes, grandes ingenieros de la cultura del agua, construyeron estos edificios llamados cimbras para el lavado de la ropa y, es probable, que en este lugar existiese una antigua cimbra árabe antes de la actual. La construcción es típica de nuestro entorno, los muros están realizados en piedra y barro y la techumbre era de maderos. Hace unos pocos años fue restaurada, se techó con vigas de hormigón y se le colocaron rejas para su mejor conservación dado que ya no se usa como lavadero.

     Por su interior corría una acequia de agua cristalina que era excelente para el lavado de la ropa. Cada pila tenía su entrada de agua de dicha acequia y una salida para el agua ya utilizada en la colada. El agua iba a parar a una balsa llamada con el mismo nombre que está situada por debajo del arco lateral derecho del puente mirado desde La Cimbra. Las mujeres solían enjabonar la ropa y tenderla sobre los juncos y otras hierbas o pinchos, aInterior de La Cimbra esta faena se le llamaba calentar la ropa. Los niños que acompañaban a sus madres jugaban en la Rambla mientras tanto.

     Este trabajo era muy duro porque se llevaba la ropa sucia desde las casas a La Cimbra en unas canastas de mimbre o de caña que hacían los gitanos del pueblo. La ropa iba más sucia que la que lavamos hoy porque la mayoría de las familias se dedicaban a las faenas del campo y durante muchos años no había todavía detergentes. Los jabones se fabricaban en casa con aceite usado y en los años en los que escaseaba se hacían pastillas con barrilla -planta muy extendida por los ribazos- que fue cultivada en otros tiempos para su comercialización. Algunas mujeres lavaban también por encargo de los "señoricos" para ganarse la vida.

 Los primeros detergentes llegaron en los años 60. Recordamos marcas como Tu-tú que regalaba vasos con lunares de colores y se vendía suelto (a granel), en bolsas y en cajas, Persil que tenía un anuncio en televisión con música de la Marcha Nupcial que decía “lave su ropa con Persil”, Omo, Ese, Colón, Bilore... Se utilizaba también el jabón “Lagarto” para lavar prendas a mano y a máquina, y para las prendas finas teníamos Norit.

 

     El jabón que se gastaba era de fabricación casera. Se compraba un kilo de sosa cáustica, se echaba en un lebrillo con 3 litros de agua y se dejaba 2 ó 3 horas, moviéndola de vez en cuando y hacia el mismo lado. Después se añadían 6 litros de aceite -usado y turbio del fondo de los depósitos- y 3 litros de agua. La mezcla se movía por lo menos una hora sin parar, hasta que cuajaba, y no se podía cambiar de vuelta -sentido al girar-, porque decían que se cortaba. Cuando había cuajado se dejaba reposar, unas 12 horas, hasta que se ponía dura la mezcla, sin dejarla secar mucho, pues si no, costaba mucho cortarlo en trozos, los cuales se ponían de canto en una tabla para que se secaran y se pusieran duros con objeto de que duraran más al lavar.


     Nuestro querido paisano Juan Antonio de Soria Contreras, cronista de Gérgal, en uno de sus dos libros publicados, "Viaje y Visita a Gérgal", con el rico y exquisito lenguaje que le caracteriza, nos describe la faena del lavado de la ropa en La Cimbra así: "Muchas mujeres y mozas del pueblo encallecieron sus manos y encalaron sus cabellos en el constante manoteo de golpes y testarazos que sobre la fuerte, dura y callada piedra manipulan, convirtiendo la sucia y negrecida ropa en un enjabelgado color nieve". Nos cuenta también que allí "había dialéctica para todos los gustos y tiempo para cascar y rajar ..." y más adelante dice que "Las comidillas eran de tal moraleja, que cuando se fraguaba este conventículo por doquier y se murmuraba de alguna persona o cosa, solía decirse: Esto es peor que la Cimbra".


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     5. El Castellón

     Se trata de una antigua fortaleza árabe de la que hoy sólo quedan en pie unos restos de lo que fueron sus muros. Es de época almohade (siglos XII y XIII), del modelo de castillos que dominaban un itinerario o camino importante. Está situado en el Cerro del mismo nombre, al Sur de Gérgal, a unos 2 km. junto a Maleguilla (paraje donde se juntan la Rambla de Gérgal y el Carril).

     Es un castillo de planta oval (80 x 50 m.) con al menos cinco torreones (tres rectangulares y macizos menores y otro mayor central, de 8'65 por 4'4 m.), separados por lienzos de alrededor de 20 m. de longitud y diferente grosor, que presentan habitaciones adosadas al interior (una de ellas, de 2'4 por 2'8 m.).

Vista del Cerro Castellón   Ruinas del Castellón de Gérgal

Vista del Cerro Castellón y Ruinas de la fortaleza

     Su enclave sobre un montículo domina un gran territorio, quedando al Norte el pueblo de Gérgal protegido por su Castillo y según cuentan las leyendas, en época árabe, se comunicaban las dos fortalezas por una galería, existiendo en el lugar la boca de una mina que se dice era la entrada, al Este queda la Rambla de Gérgal, al Sur se divisa el Valle del Andarax y al Oeste una serie de cerros que marcan la dirección a Granada.

 

Ruinas del Castellón de Gérgal 2   Vista de Gérgal desde el Cerro Castellón

Ruinas del Castellón y vista de Gérgal desde su emplazamiento

     Se dice que en su día era una estación de paso en uno de los caminos que comunicaban Almería y Baza (Granada) y que había en sus inmediaciones, en el extremo Norte,  una fundición de mineral de hierro como se puede apreciar en las escorias que aún permanecen allí, que se dedicaría a la reparación o manufactura de material bélico.

 

Restos de cerámica del Castellón de Gérgal 1  Restos de cerámica del Castellón de Gérgal 2  Restos de escorias de hierro del Castellón de Gérgal

Restos de cerámica del Cerro Castellón y escorias de la fundición de mineral de hierro

 

     En las ruinas de la fortaleza y en sus alrededores, sobre todo en unos 1800 m2 de la ladera oriental se encuentran restos de cerámica árabe almohade-nazarí de diferentes formas, colores, grabados y esmaltes. Hay una escasa presencia de cerámica del S. IX que adquiere valores testimoniales en el XII, en que aparecen dos monedas de plata (un quilate de 'Alï ben Yüsuf que cita al heredero Sir -1128 a 1139- y un adarme tomín? de Täsufïn), siendo la mayoría de los fragmentos de la segunda mitad del S. XII, llegando en menor número hasta 1260 aproximadamente.


    Fuente de Datos: "Castillos y Territorio en Al-Andalus". Antonio Malpica (ed.). Editorial Athos-Pérgamos, Granada, 1998.

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     6. Ermita de San Sebastián


     La Ermita
de San Sebastián, que alberga durante todo el año la imagen de nuestro Patrón, exceptuando los dos primeros días de las fiestas en su honor que se hospeda en la Iglesia de la Patrona Nuestra Señora del Carmen, tiene una antigüedad desconocida. Aparece en el plano de Gérgal del “Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico” de Pascual Madoz –Ministro de Hacienda con el gobierno del General Espartero en el reinado de Isabel II, autor de la segunda desamortización en 1855- que se realizó entre 1845-1850. En este plano también aparece otra ermita ya desaparecida llamada “Ermita de la Concepción”, que debería estar situada –porque en el plano no se identifica su localización- entre la zona de la Esquinilla y la Cuesta de la Iglesia, probablemente en los alrededores donde se encuentra la Casa Parroquial, pues este barrio se ha venido llamando de La Concepción.

    Ermita de San Sebastián  Ermita de San Sebastián   
Fachada principal y vista general de la Ermita de San Sebastián de Gérgal

     Con la conquista castellana a finales del siglo XV la fisonomía urbana de Gérgal -típica de un pueblo morisco con calles estrechas y retorcidas- fue cambiando progresivamente, pues los nuevos pobladores buscaron las partes más bajas para instalarse y se fueron abandonando las más altas. Así cuanto mayor rango o categoría social tenían, más abajo se instalaban. La Calle Llana, la Plaza Vieja, la Plaza Nueva y la Puerta de la Ermita son de estilo castellano, rectas y con espacios más amplios y siempre se han considerado de mayor categoría que las calles de arriba. Esta transformación hay que verla a lo largo de los siglos. Así se comprende que la primitiva Iglesia de Santa María estaba a la derecha del Castillo y que la actual Iglesia de Nuestra Señora del Carmen se edificó en un plano más bajo buscando el núcleo urbano que se había desplazado, y con el tiempo ha vuelto a quedar por encima del núcleo urbano por esta tendencia a ocupar las partes bajas.

     La Ermita debe tratarse de un edificio de varios siglos de existencia, en la fachada principal aparece un letrero con la inscripción monumental "Ermita San Sebastián (1734)", pero esta fecha no está constatada. Posiblemente se construyera con esta ampliación que se realizó tras la conquista castellana cuando se desplazó parte de la población a las partes bajas. Su construcción está realizada con materiales muy pobres, con argamasa y piedras, debido a ello se ha tenido que restaurar muchas veces.

 

     Consta de una sola nave con altar mayor en un segundo nivel al que se accede por una escalera de tres peldaños. En la pared frontal del altar, en el centro, hay una hornacina en la que se encuentra ubicado San Sebastián. A la derecha del altar hay una pequeña sacristía. El techo es una armadura de madera a dos aguas, de perfil triangular, formada por vigas y tablas sin ornamentación, que se realizó hace unos sesenta años debido a que el anterior se derrumbó como consecuencia de una gran nevada. En su fachada tiene una gran puerta central -ha sido sustituida por una nueva en la restauración-, sobre ella, en un segundo cuerpo que forma el tejado, un frontón con un óculo -pequeña ventana circular- en su parte central, recubierto de ladrillos vistos y sobre el tejado, en el vértice central, una campana que se aloja bajo un templete de techo triangular. Hasta los años sesenta tenía también en la fachada, a la izquierda, una pequeña capilla acristalada de las Ánimas, con un cepillo para las limosnas. En la pared lateral izquierda se le han abierto dos ventanas altas que dan a la calle.

 

Ermita San Sebastián interior Salida San Sebastián de su Ermita Moros y Cristianos a la salida de San Sebastián

 Interior de la Ermita de San Sebastián   Salida de San Sebastián de su Ermita     Moros y Xtnos a la salida del Santo   

 
     La Ermita
se ha restaurado recientemente, acabándose las obras en el año 2000, como consta en una placa que hay en la pared de la entrada, a la derecha, donde dice que Mercedes Bueso Ferreri, sufragó los gastos de esta obra. A esta devota de San Sebastián, ya fallecida, hay que agradecerle su contribución al mantenimiento de nuestro “tesoro más querido”, el Santo, y por ende de nuestro patrimonio como son las Fiestas de Moros y Cristianos. Así, en las Relaciones dice el Capitán Cristiano que San Sebastián es “nuestro objeto más querido” y el General Cristiano también dice que “en Gérgal es el diamante más preciado de los hombres y mujeres”.

 

     Con esta reforma se ha colocado en la Ermita una puerta nueva y doce bancos, mejorándose notablemente tanto su aspecto externo como interno.


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     7. Ermita de Santo Sepulcro
     
     Está situada al Norte de Gérgal, sobre un cerro desde la que se domina gran parte de su caserío, el antiguo Puente, la vega, la autovía A-92, y el valle que forman las montañas que se ven a lo lejos.

 

  
  Vista de Santo Sepulcro desde el Puente                             Vista frontal de la Ermita de Santo Sepulcro

 

     Es una construcción sencilla, típica de la zona, de anchos muros de piedra y barro con una techumbre de maderos que se apoyan en dos arcadas. A la entrada, a la izquierda, hay una pequeña capilla con un fresco de Jesús Nazareno en la pared y a la derecha una pila de agua bendita. En la habitación principal hay adosados a las dos paredes laterales y a la de la entrada unos bancos de obra o poyos para sentarse los fieles. También tiene unos bancos de madera. Al fondo tiene una habitación, con techo de bóveda, que sirve de altar, tiene tres hornacinas con imágenes y a la derecha de esta habitación hay otra más pequeña, también abovedada, con un pie de mármol en su centro. 

     Parece ser que está construida sobre un antiguo enterramiento prehistórico y que a lo largo de la historia ha conservado su sentido espiritual. Durante muchos siglos de dominación árabe, en Gérgal hubo eremitas -ermitaños que viven en una ermita-, mozárabes y musulmanes que han dejado testimonio en algunos nombres de las lindes de Gérgal que provienen de los nombres de las sepulturas de santones que allí hubo, como la de Cabrismema o Cabalgaci, y aquí posiblemente debió de existir una de ellas.

 

         
            Vista de Santo Sepulcro y ruinas                                   Interior de la Ermita de Santo Sepulcro


     
Con la conquista del antiguo Reino de Granada por los Reyes Católicos todas las mezquitas y demás edificios religiosos islámicos se reconvirtieron en iglesias y ermitas, y pasó a ser un santuario de culto cristiano llamándose "El Santo Sepulcro", conservando en su nombre su primitivo origen.


     Al lado de la ermita están las ruinas de la vivienda que habitaba la persona encargada de su mantenimiento y cuidado, heredera, en cierto modo, de los antiguos ermitaños. La última persona que vivió en ella fue una mujer llamada Isabel, más conocida como "La Sepulcrera". Se marchó de aquí, dejando este cargo, cuando se desencadenó la Guerra Civil.


     Una leyenda que ha pasado a través de muchas generaciones de gergaleños cuenta que en el camino pedregoso que hay de acceso, se encuentra un hoyo hecho en la piedra que fue donde Jesucristo tuvo una de sus caídas cuando transportaba la Cruz a cuestas y allí clavó su rodilla. Está tapado con una piedra y dentro de él siempre hay una crucecita hecha con unos palos pequeños.

 

     
                  Capilla lateral                            Bóveda del altar                   Hoyo de la Caída de Cristo         

     Todos los años en el mes de mayo, por la tarde, los fieles devotos, sobre todo las mujeres que son las que se encargan de su mantenimiento y cuidado, suben a Santo Sepulcro a decirle las novenas a la Virgen María y muchos años se suele celebrar también una misa en su honor. Tradicionalmente acudía mucha gente a las romerías que se organizaban a la Virgen en mayo. Así lo cuenta Juan Antonio de Soria Contreras en su libro "Viaje y Visita a Gérgal": "tras la ceremonia religiosa los peregrinos se divertían entre tragos de vino y buena comida cantando, bailando y jugando a la cucaña hasta que caía la tarde, hora de regresar a casa".

     
Hay que reseñar que antiguamente existió en Gérgal la Hermandad del Santo Sepulcro, pues existe un documento con una declaración realizada el 18-12-1752 por esta hermandad en el que se hace una relación de los bienes que posee, como una casa cortijo y tierras en Málaga, y distintas piezas de secano entre ellas una inmediata a las tierras de regadío de dicho Sepulcro y otra en el Pago de las Canales en Olula de Castro. El conjunto de dichos bienes fue estimado en 298 reales de vellón y 2 maravedís. (Datos obtenidos del libro "Cofradías y Hermandades en la Almería Moderna". Antonio Gil Albarracín. Editorial G.B.C. Almería-Barcelona, 1997).



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     8. Ermita de San Gregorio y Ruinas del antiguo Castillo

     La Ermita de San Gregorio se encuentra situada al Este del núcleo urbano de Gérgal, sobre la cima de la montaña conocida como Loma de Tablas, muro natural de la parte izquierda del cauce de la Rambla de Gérgal conforme discurre su cauce. Esta enorme montaña comienza en el Barrio de Pilanos de Gérgal y termina por encima del anejo de Tablas, del mismo nombre, hoy deshabitado, frente a las Aneas.
 

  

Vistas de la Ermita de San Gregorio

 

     Su antigüedad es desconocida, probablemente sea de la misma época que la Ermita de Santo Sepulcro y tenga también su origen en un enterramiento prehistórico que más tarde, en época árabe, sirvió de sepultura de algún santón que habitó en ella, pasando con la conquista cristiana a ser una Ermita para el culto a la que se bautizó con el nombre de San Gregorio por alguna circunstancia o hecho.

 

     
  Interior de la Ermita con la Imagen de San Gregorio

 

     La Ermita de San Gregorio es una nave de reducidas dimensiones. Está emplazada por encima de las ruinas de una antigua fortaleza o castillo de origen árabe. En su interior se encuentra la imagen del Santo en un pequeño altar y en las paredes hay otros cuadros, uno de ellos del Santo Cristo del Bosque de Bacares. Se restauró a mediados de los años setenta del pasado siglo y se construyó un camino de acceso desde el Barrio de Pilanos. Para celebrar tal acontecimiento se realizó una romería a la que fueron muchos vecinos de Gérgal.

 

     La imagen actual de San Gregorio fue donada por un gergaleño, Esteban Company Ribera, poco después de finalizada la Guerra Civil. Durante la guerra se destruyeron muchas imágenes, entre ellas la de San Gregorio, y este paisano, por entonces Capitán del Ejército en Valencia, como cumplimiento de una promesa llevó a Gérgal la imagen. La subieron muchos gergaleños a la Ermita en procesión y como anécdota sucedió que a la vuelta, el hijo del Capitán se dio cuenta que había perdido el reloj y volvieron para buscarlo sin ningún resultado. Un año después, un grupo de personas subió a ver el Santo y una de ellas, María Soria Contreras, encontró el reloj bajo unas ramas, le dio cuerda, funcionaba y se lo mandó a Valencia donde vivía.

 

     La antigua fortaleza o castillo árabe debió existir entre los siglos X y  XIV. Aún se conservan restos de lo que fueron sus cimientos, sus murallas o sus torres.  Está ubicada sobre la cima ascendente de la Loma de Tablas, dominando Gérgal y su valle hasta las sierras que lo delimitan. A su frente se encuentra el Castillo de Gérgal que conocemos en la actualidad, del que lo separa la Rambla de Gérgal sobre la que se asoma en unos grandes peñones a modo de precipicios de difícil acceso. La tradición oral cuenta que los dos castillos se encontraban comunicados en época árabe a través de una galería que pasaba por debajo del cauce de la Rambla. Reforzando esta hipótesis sí se pueden constatar restos de tramos de galerías por debajo del Castillo de Gérgal atravesando la Rambla hacia la Loma de Tablas en el paraje conocido como El Cubillo y también en la zona del Barrio de Pilanos a los pies del antiguo castillo.

 

  
Ruinas del Antiguo Castillo situado en la Loma de Tablas por debajo de la Ermita de San Gregorio


     Esta antigua fortaleza estaba construida de mampostería con esquistos del lugar y mortero. Su superficie ocupaba unos 2600 m2. Tiene planta trapezoidal alargada. Sus torres son rectangulares, la mayor es la mejor conservada, se encuentra al Norte, sus dimensiones son 7'25 x 3'65 m.; probablemente sería la Torre del Homenaje. En su parte oriental, menos pendiente, se pueden apreciar los restos de cinco torreones macizos. La entrada principal debía estar en el ángulo Sureste por ser la parte más accesible. En su parte occidental sus muros discontinuos van paralelos al precipicio que el terreno forma en su vertiente Oeste. Según los restos de muros interiores, se pueden adivinar habitaciones que pudieron ser viviendas con silos.

    A este tipo de fortalezas las denomina el historiador Patrice Cressier, albacares, pues desde su posición elevada, dominando las poblaciones, servían de campamentos fortificados en las operaciones militares del tercer cuarto del siglo XII y para la defensa y vigía del camino de Almería a Baza. Desde las ruinas de este antiguo castillo se divisa perfectamente la antigua fortaleza del Cerro Castellón y viceversa, por lo que podemos pensar que las dos fortalezas se comunicaban a través de señales.

 

 

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     9. Ermita de Cruz de Mayo

     Se encuentra situada a la entrada del pueblo por poniente en el Barrio que lleva su nombre. Es un pequeño edificio con una superficie de unos 9 m2, de planta cuadrada y cubierto por una cúpula, al estilo de las kubbas islámicas, lo que da pie a pensar que su origen pudiera ser islámico y que tras las continuas reparaciones que ha tenido a través del tiempo ha llegado hasta nosotros su estructura árabe. Está construida con materiales pobres de mampostería: piedra, barro y cal, pero reparada a base de remiendos con mortero de cemento.

 

Ermita de Cruz de Mayo   Ermita Cruz de Mayo y Capilla Ánimas Benditas

                           Ermita de Cruz de Mayo                             Ermita Cruz de Mayo y Capilla Ánimas Benditas

 

     En su interior alberga un pequeño altar formado por una pirámide cuadrangular escalonada a base de prismas cuadrangulares de mayor a menor tamaño. En su cuerpo superior está clavada una cruz de hierro forjado decorada con adornos a su alrededor del mismo material. Es la Cruz de Mayo, muy venerada por la población, sobre todo, antiguamente. Cuenta la tradición oral que en el mes de mayo se adornaba con flores y se concentraba mucha gente en romería para cantar y rezar a la Virgen María. Esta costumbre se ha perdido prácticamente y aunque se han hecho intentos de recuperación, en la actualidad no se realiza. No obstante se sigue cuidando y manteniendo por personas devotas de la advocación de la Santa Cruz.

     Adosada a la Ermita, se ha construido recientemente, hará unos dos años (2005 aproximadamente), una pequeña capilla dedicada a las Ánimas Benditas en la que se encuentra un cuadro de las Ánimas con la Virgen del Carmen consolando y sacando a las almas del Purgatorio ayudada de los ángeles.

     Antiguamente había una capilla de las Ánimas Benditas en la Ermita de San Sebastián en una hornacina que había en su fachada. También hay documentación de la Cofradía de Ntra. Sra. del Carmen, en la que en una nota marginal de las cuentas presentadas el 21-3-1772 figura que la Cofradía de las Ánimas de Gérgal había prestado parte de la cera empleada en la festividad de San José del año anterior; también en un acta de la junta celebrada el 19-3-1794 se dice que en los folios 111v-113v del libro 1º de la Hermandad de las Ánimas estaba anotado que las misas rezadas, por las que hasta entonces se pagaban 2 reales de vellón, pasarían a costar 3 reales de vellón. (Datos obtenidos del libro "Cofradías y Hermandades en la Almería Moderna". Antonio Gil Albarracín. Editorial G.B.C. Almería-Barcelona, 1997).

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     10. La Plaza Vieja

     La Plaza Vieja, hoy llamada Plaza de la Constitución, ha tenido también otros nombres como Plaza de Calvo Sotelo durante el franquismo y anteriormente a 1939 Plaza de Emiliano Alonso.

Plaza Vieja como estaba antiguamente                       Plaza Vieja a principios del siglo XX 

 

       Debió construirse a partir de la Repoblación (1571) que se produjo como consecuencia de la expulsión de los moriscos después de tres años de guerra tras su sublevación contra el poder de Felipe II que les negaba su religión, lengua y costumbres. Las partes altas de Gérgal son típicamente moriscas, es decir, estrechas, pendientes y retorcidas. Sin embargo, la parte más baja es más ancha y llana, aquí se encuentra la actual Calle Sebastián Pérez -anteriormente a 1900 se llamó Calle Real- que conocemos más corrientemente como Calle Llana y las Plazas Vieja y Nueva, todas ellas de estilo castellano. Era norma de los nuevos pobladores ocupar las partes más bajas de los pueblos y ciudades que habían dejado los moriscos tras su expulsión, de modo que los de mayor categoría o clase social se instalaban en la zonas más bajas y llanas. Podemos deducir por tanto que la Plaza Vieja se construiría siguiendo estas pautas.


Plaza Vieja vista desde arriba   Plaza Vieja vista desde el arco de entrada

    Plaza Vieja vista desde arriba                                         Plaza Vieja desde el arco de entrada

     Tiene forma cuadrangular. Por su lado Norte se divisa el Castillo de Gérgal sobre las casas, aquí se encuentra el edificio de la nueva residencia de mayores; por el extremo Noroeste desemboca la Calle Barranco que la atraviesa y va a desembocar a la Rambla de Gérgal y por su extremo Noreste parte la Calle Bacares que es la arteria principal del Barrio del Cubillo, salida natural a la Rambla para ir a Las Aneas, El Almendral, Portocarrero, el Peñón de las Juntas y Sierra de los Filabres; por el lado Sur está el edificio del Ayuntamiento que queda encima de la Calle Sebastián Pérez, abovedada con arcos de entrada y salida a la plaza, formando unos soportales; en su lado Oeste quedan parte de las dependencias del Ayuntamiento, en lo que antiguamente fue la cárcel y una obra en construcción en el solar de la antigua posada; y por el lado Este hay varias viviendas, en una de ellas de la parte central que fue hace años tienda de ultramarinos y taberna, en la que descansó en 1968 Geraldine Chaplin durante el rodaje de la película de Carlos Saura "Stress es tres, tres".

 

Plaza Vieja rodaje de la película de Curro Jiménez   Plaza Vieja rodaje de la película de Curro Jiménez

                  Rodaje en la Plaza Vieja de la película de Curro Jiménez       Curro Jiménez (Sancho Gracia) con Valentín en la Fuente

 

     Ha sido escenario de varias películas, aquí se rodaron escenas de un capítulo de la serie de Curro Jiménez titulado "La gran batalla de Andalucía", de "Un tren para Durango" o de la anteriormente citada "Stress es tres, tres".

     A continuación puede visualizar un vídeo de la Serie de RTVE Curro Jiménez, rodada en 1975, perteneciente al Capítulo "La Gran Batalla de Andalucía", en el que aparecen las secuencias rodadas en Gérgal con la Plaza Vieja como escenario principal, en la que se pueden ver sus olmos centenarios y su fuente original:

 

 

 

     La Plaza Vieja es "la joya de la corona" del urbanismo de Gérgal. Muchas generaciones de gergaleños y gergaleñas recordamos aquel marco incomparable que formaban sus dos olmos centenarios y su fuente de mármol con cuatro caños de agua cristalina cayendo sobre el pilar en armoniosa melodía, a las mujeres llenando los cántaros, a las bestias bebiendo en el pilar, a los niños jugando a mojarse y el fresco que se respiraba en ella un caluroso día de verano. Desgraciadamente perdió mucho de su encanto con la nefasta reforma que se le hizo en 1981 en la que se arrancaron los olmos y la fuente, que fue a parar al recinto privado del Castillo de Gérgal donde permanece en la actualidad. Recientemente, hará unos tres años, se ha remodelado siguiendo el modelo de la antigua plaza, es decir, se ha colocado en el centro una réplica de la fuente de mármol original y dos plantones de olmos, uno a cada lado. Ha recuperado en parte su fisonomía tradicional y conforme crecen los olmos se parece más a la antigua. La principal objeción que se le puede hacer es que la plataforma en la que van la fuente y los olmos era ovalada en la antigua y en la actual es circular, con lo que han quedado los olmos más cerca y se estorban al desarrollarse.

 

Plaza Vieja con fuente y olmos   Plaza Vieja panorámica

Plaza Vieja con fuente y olmos nuevos                              Plaza Vieja vista desde el lado Norte

 

     En ella se han celebrado diferentes actividades a lo largo de su historia: verbenas de la Feria cuando empezaban los conjuntos musicales con amplificadores eléctricos; la noche de San Juan en la que la gente con sus juegos y bromas acababa dentro del pilar; los guateques de los años 60 y 70, cuando la juventud bailaba con música de tocadiscos en sus amplias aceras; las tertulias que formaban los mayores sentados en el poyo del muro que la separa del Barranco; las mujeres discutiendo por el turno para llenar los cántaros en la fuente; la actividad de sus tiendas-tabernas, que llamábamos puestos, donde a la vez que se compraban comestibles, aperos y artículos variados, se podía tomar un vaso de vino en el mostrador; la actividad de su posada, donde se alojaban los forasteros con sus bestias; la gente comprando y vendiendo con sus regateos, porque durante muchos años fue mercado público de vendedores ambulantes de pescado, frutas y verduras, ropa y zapatos, cacharros de cocina... En fin, está llena de recuerdos de la vida de los gergaleños y gergaleñas.

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     11. El Ayuntamiento

 

     El edificio del Ayuntamiento de Gérgal está ubicado en la Plaza Vieja como hemos visto anteriormente. La antigüedad de ambos -Ayuntamiento y Plaza Vieja- debe estar asociada y por tanto se construirían con las repoblaciones que se hicieron tras la expulsión de los moriscos en 1571 con cristianos viejos -se llamaban así a los cristianos de siempre para diferenciarlos de los moriscos convertidos a la fuerza- venidos de fuera del antiguo Reino nazarí de Granada. No es probable que se hiciera antes de la expulsión de los moriscos porque en este período de tiempo la mayoría de la población era morisca y los cristianos viejos que residían en el pueblo eran el cura, el sacristán y poco más. Cuando empezó a crecer Gérgal en población fue a partir de 1591 con la llegada por tercera o cuarta vez de repobladores, pues las anteriores repoblaciones no habían tenido el éxito esperado. El estilo castellano se manifiesta en este tipo de plazas con soportales y arcos de medio punto, pues los árabes no urbanizaban estos grandes espacios ni calles amplias y llanas.

     Gérgal fue conquistada por los Reyes Católicos en 1489 y en 1492, como agradecimiento a la ayuda prestada a la conquista del Reino Nazarí de Granada, se le entregó en régimen de señorío a don Alonso de Cárdenas, Maestre de Santiago, primer Señor de La Puebla -esta localidad acabaría llamándose Puebla del Maestre-, villa que perteneció a la provincia de Sevilla hasta la reforma administrativa de 1833 en la que pasó a la provincia de Badajoz. Murió en 1493 y el señorío lo heredó su hija Juana de Cárdenas que contrajo matrimonio con Pedro Portocarrero Señor de Moguer. Su tercer hijo, Don Alonso de Cárdenas y Portocarrero sería nombrado primer Conde de la Puebla. Esta dinastía, que fue tomando también otros apellidos con los sucesivos casamientos, continuó con la propiedad del señorío que comprendía Gérgal, Bacares, Velefique y Febeire -lugar hoy deshabitado- hasta la abolición de este régimen con las Cortes de Cádiz en 1812.

     Es probable que Don Alonso de Cárdenas trajera de la Puebla del Maestre a Gérgal al maestro de obras que se encargó de la construcción del edificio del Ayuntamiento porque si comparamos la fachada de ambos edificios podemos comprobar su parecido.

 

Ayuntamiento Puebla del Maestre (Badajoz)        Ayuntamiento fachada principal

Ayuntamiento de Puebla del Maestre (Badajoz)                               Ayuntamiento de Gérgal                      

     La fachada principal del Ayuntamiento da a la Plaza Vieja. Su decoración es neoclásica. Destacan del conjunto su balcón corrido con una baranda mirando a la plaza, sus tres arcos de medio punto, dos que unen los soportales y la calle Sebastián Pérez y el tercero, construido recientemente en la última reforma del Ayuntamiento, que sirve de entrada al edificio. Sobre el balcón central, en lugar preferente bajo el arco que forma la cornisa, se encuentran el reloj y el escudo de la villa que elaboró artesanalmente en piedra arenisca a base de martillo y cincel nuestro paisano Antonio Tapia López.

 

Ayuntamiento de Gérgal   La Virgen del Carmen frente al Ayuntamiento

                         Fachada del Ayuntamiento                                        Procesión de la Virgen del Carmen frente al Ayuntamiento

 

 

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     12. Pinturas Rupestres

 

     En nuestro territorio han existido diferentes asentamientos prehistóricos que conocemos por las manifestaciones culturales que nos han dejado: pinturas, enterramientos, herramientas, vasijas, etc. Las más antiguas conocidas son las pinturas rupestres, cerámicas, piezas de silex, una cuenta de collar en piedra pulimentada y un arete de cobre o bronce del Peñón de las Juntas, a 11 km. de Gérgal rambla arriba. Las pinturas se localizan en el poblado que está en la cima del peñón sobre las paredes de roca de unos abrigos con forma de cueva. Fueron descubiertas por el ingeniero belga M. Siossons que comunicó el hallazgo en 1917 al prehistoriador francés Breuil que los incluyó en su Corpus gracias a la documentación remitida por el geógrafo Jean Serment en 1934 con dibujos de M. Harzic. No son unas pinturas aisladas sino que forman parte de un conjunto rupestre concentrado en la Rambla de Gérgal, entre el Almendral y el Peñón de las Juntas, que se concretan en cuatro estaciones: 1) Abrigo 1 del Peñón de las Juntas, 2) Abrigo II del Peñón de las Juntas, 3) Friso de Puertocarrero y 4) Piedra del Sestero. Pertenecen a las culturas de Los Millares (2500-1900 a. C. - Edad del Cobre) y El Argar (1900-1300 a. C. - Edad del Bronce) que se desarrollaron en nuestra provincia en el poblado de Los Millares (entre la Rambla de Huéchar y el Río Andarax) y el Cerro del Argar en Antas (Almería). Estas manifestaciones pictóricas no surgen a la vez sino que unos modelos creados por una persona se fueron aceptando, reproduciendo y consolidando a nivel de grupo. Se produce una relación simbólica entre lo dibujado y el conjunto de las actividades y preocupaciones de sus creadores, predominando las formas antropomorfas y la ausencia de animales. Están hechas con un pigmento que ha formado varias gamas de color.

 

Pinturas rupestres del panel derecho del Friso de Portocarrero

Arriba fotografía de pinturas rupestres del panel derecho del Friso de Portocarrero.
Abajo dibujo de las mismas pinturas en Cuadernos de Prehistoria Nº 6. Universidad de Granada.

 

 

Pinturas rupestres del Abrigo I del Peñón de las Juntas

 

 

 

Pinturas rupestres del Abrigo II del Peñón de las Juntas

 

 

 

 

En la fotografía de arriba pinturas rupestres del Abrigo II del Peñón de Las Juntas

con las figuras retocadas realzando los rojos y eliminando el resto de temperaturas de color.

Abajo dibujo de las mismas pinturas en Cuadernos de Prehistoria Nº 6. Universidad de Granada .

 

 

    Sobre 1950 se encontró en el lugar conocido por Hueco de Don Gonzalo, próximo a Aulago, en una explanada rodeada de colinas, una necrópolis argárica con enterramientos en cistas y ajuar funerario.

     En la Rambla de Gérgal también se han documentado, por un equipo de investigadores de la Universidad de Granada, tres estructuras megalíticas, un yacimiento romano (en la cabecera) y otros ocho de la época medieval.

 

 

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     13. El Puente de Hierro

 

     Los gergaleños y gergaleñas llaman así al puente del ferrocarril Linares-Almería, en el km. 214/911, que atraviesa la Rambla de Gérgal a la altura de la zona conocida como Las Manchegas, un paraje semidesértico. Aquí hubo durante muchos años una Estación con este mismo nombre que servía para que se pudieran cruzar los trenes ascendentes con los descendentes y para parada y repostaje de las locomotoras que tan trabajosamente subían por la gran pendiente de 22 km. que había entre Santa Fe y Gérgal; en la actualidad sólo quedan las ruinas de lo que fue. El edificio sigue el modelo de la estación gemela de la misma línea, llamada de Cerro Saltador; las dos fueron realizadas por el contratista José Fernández Martínez que también realizaría en 1928 la ampliación de la Estación de Santa Fé por 355.600 ptas. de la época. Estas dos estaciones fueron construidas más tardíamente que las demás por la Compañía de los Ferrocarriles Andaluces, su finalidad era facilitar los cruces para mejorar las condiciones de circulación de la sobrecarga que tenía esta vía única. Se hicieron a finales de los años veinte en los PK 214,325 (Las Manchegas) y PK 224,690 (Cerro Saltador).

 

 

 

     Para acceder al Puente de Hierro, alejado de lugares habitados, tenemos varias opciones: podemos bajar la Rambla de Gérgal hacia abajo hasta llegar a él, preferiblemente andando por la dificultad del camino; en coche podemos llegar remontando la Rambla de Gérgal por su cauce desde Santa Fe o bien bajar por la pequeña carretera que, desde Las Alcubillas, sigue el trazado del antiguo Camino Real entre Almería y Granada, del que aún pueden verse puentes del pasado.

 

     Es un puente mixto que consta de tres grandes pilares de forma troncopiramidal, de obra de sillería, que van desde la margen derecha de la Rambla hasta la margen izquierda donde el puente continúa en una estructura de dos arcos de medio punto, de obra de fábrica. Sobre esta base se sustenta una plataforma de hierro, una gran obra de ingeniería, sobre la que va la vía del ferrocarril. En la actualidad se encuentra en funcionamiento como el resto de la línea.

 

Plano del Puente realizado por RENFE en 1945

 

     Se terminó de construir en 1895. Tiene 162'27 m. de longitud, y se divide en tres tramos, entre pilares. El primero tiene 55 m. y los otros dos 49'60 m. Sus vigas son de las llamadas de "alma llena". Su altura sobre el cauce de la rambla es de unos 50 m. aproximadamente. En la década de los setenta del pasado siglo se reformó como la mayoría de los puentes metálicos de la línea.

 

     Para reconocer y proteger su valor arquitectónico se incluyó en el expediente genérico incoado el 18-07-2002 sobre el Patrimonio Industrial y Minero, que fue resuelto favorablemente el 7-01-2004, figurando desde entonces con esta catalogación. Así aparece protegido como el Inmueble nº 29 de esta Resolución de la Dirección General de Bienes Culturales, entre 44 Bienes Inmuebles, pertenecientes al Patrimonio Industrial relacionados con la minería de los siglos XIX y XX en la provincia de Almería, inscritos con carácter genérico en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz (BOJA nº 29 de 12-02-2004).

 

     El primer proyecto del ferrocarril Linares-Almería fue aprobado en 1877, pero la adjudicación definitiva de la concesión quedaba desierta en las subastas porque no había quien se hiciera cargo de las diferentes propuestas que se hicieron por su elevado coste. No será hasta 1889, cuando en otra subasta, el Banco General de Madrid se queda con la concesión del ferrocarril Linares-Almería. Para conseguir esta concesión influyeron, ante el Gobierno de Sagasta, diferentes personalidades almerienses como: Don Carlos Navarro Rodrigo, diputado provincial, ex ministro de Fomento e impulsor del puerto, el obispo de Almería Don Santos Zárate Martínez, Don Juan Lirola presidente de la Cámara de Comercio y el gergaleño Sebastián Pérez García, senador  en Madrid, desde 1891 a 1900 (falleció el 4-12-1900), que tiene su nombre en una de las calles principales de nuestro pueblo, influyó en la aprobación del trazado definitivo de Huéneja a Almería y más tarde en la construcción del ramal de Cruz de Mayo o de Gérgal-pueblo.

     El Banco General de Madrid transfirió, poco después, la concesión a la Compañía de los Caminos de Hierro del Sur de España que acababa de constituirse. El proyecto estaba valorado en 460.812 pesetas, que debía pagar la empresa concesionaria y la subvención del Estado era de 30 millones de pesetas, más la franquicia, a cobrar durante diez años. Más adelante el gobierno aumentó la subvención, dio más facilidades y permitió modificar el trazado ante la dificultad del proyecto.

 

 

 

     La Compañía de los Caminos de Hierro del Sur de España redujo el trazado y lo diseñó con rampas, pendientes, puentes y viaductos excesivamente duros, con el fin de economizar, pero poniendo en peligro su viabilidad. Contrató a la empresa francesa Fives-Lille, de París, la construcción de la línea, y esta empresa cambió de nuevo el trazado por ser demasiado largo y difícil, este trazado ya sería el definitivo: un ferrocarril minero alejado de los pueblos y del valle del Andarax, pues la uva de embarque y el transporte de viajeros no se contemplaban.

     Las obras del tramo Almería–Benahadux comenzaron en 1890. En 1895 se inauguró la estación de Almería y el tramo Almería–Guadix, y este mismo año fue cuando se terminó de construir el Puente de la Rambla de Gérgal. Hasta 1899, que se acabó el Puente del Salado o viaducto de Larva, -en el Río Salado entre Larva y Quesada (Jaén) de similares características al de Gérgal, el más alto de España, 110 m-, no se llegó hasta Linares, el fin del proyecto, Almería, una vez más, había sido la última capital de provincia conectada a la red general.

     Simultáneamente a la construcción de la línea Linares–Almería se construyeron también ramales de conexión con la línea general por parte de las compañías mineras explotadoras de las minas de hierro. Comienza la construcción del ramal de Gérgal y los de la comarca del Marquesado de Granada en la que había dos compañías: The Alquife Mines y Bairds Mining, que a pesar de estar muy cercanas, cada una tenía su ramal propio, en la Calahorra y Huéneja, respectivamente. Construirían también, cada una de ellas, su embarcadero propio en el puerto de Almería: el Cable Inglés de la playa de las Almadrabillas (1904) y el Cable de la Playa de San Miguel (1918).

     Muy pronto se dejarán sentir los errores del proyecto: la rampa de 22 Km entre Santa Fé de Mondújar y Gérgal era un serio problema, los trenes sólo pueden alcanzar de 10 a 12 Km/h, y eso que los trenes que subían iban vacíos; las curvas eran muy cerradas, con radios mínimos; y los puentes y viaductos estaban diseñados para poca carga, sin perspectiva de futuro. Para paliar, en parte, los problemas, se traen nuevas locomotoras, se amplían y refuerzan los sistemas de almacenaje y distribución, y se ponen depuradoras a los depósitos  para reducir la cal que contiene el agua. Más adelante, en 1911, se electrificó el tramo Gérgal–Santa Fé, que es un hito en la historia del ferrocarril español, pues fue la primera electrificación de vía ancha en España. Se hizo con corriente alterna, que era la única que permitía el frenado por recuperación, de manera que subían los trenes vacíos con la electricidad que producían los trenes cargados que bajaban.

 

 

 

     Las minas de hierro de Gérgal se venían explotando desde los últimos años del S. XIX, con pobres beneficios, debido a que su transporte se hacía en carros hasta la línea principal -Estación de Gérgal-. Para modernizar sus instalaciones era necesario un ramal ferroviario que uniera Gérgal con su estación, de 4´5 Km.

     La empresa constructora sería The Gérgal Railway and Mines Cº Ltd, de varios propietarios, con Thomas Morell a la cabeza de sus hermanos, de la naviera Morell Brothers y propietario de minas de carbón en Cardiff. Su representante era el empresario Carlos Bahlsen. La empresa tenía arrendadas concesiones en Gérgal, Nacimiento y Escúllar que explotaban los cotos mineros con medios mecánicos de transporte -en Gérgal había un cable que descargaba en Cruz de Mayo y otro en Nacimiento-, hasta la línea principal Linares–Almería. También era propietaria del ferrocarril de Sierra Alhamilla a Almería.

 

 

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     14. La Estación de Ferrocarril de Gérgal

 

     La llegada del ferrocarril a la provincia de Almería fue muy tardía si la comparamos con otras provincias españolas, pues fue la última capital de provincia en conectarse a la red general. Nuestra provincia, por desgracia, ha estado casi siempre olvidada a lo largo de la historia y esta vez no iba a ser menos para apuntarse al progreso que suponía el ferrocarril. La línea ferroviaria Linares-Almería, es sin lugar a dudas, una de las más peculiares de España. Su tardía y complicada construcción estuvo jalonada de obras de ingeniería singulares, diseñando su recorrido según los intereses económicos de las compañías mineras por espacios de baja densidad demográfica, sin embargo también sirvió de vía de comunicación para algunas de las ciudades más importantes del Sureste andaluz. En su momento fue bandera de reivindicación, para convertirse años después en motivo de desilusión, aunque no desprovista de un estado de permanente esperanza.

 

 

Estación de Gérgal y plano de las vías en 1913 cuando existía el ramal a Cruz de Mayo.

 

     Las obras del tramo Almería-Benahadux comenzaron en 1890. El 25 de julio de 1895 se inauguró la Estación de Almería y el tramo Almería Guadix, lo que nos da idea de que para esta fecha la Estación de Gérgal debía estar terminada o por lo menos avanzada, y hasta 1899 no llegaría el tren a Linares, el final del proyecto. Sin embargo, las obras no concluirían hasta 1904. La Estación de ferrocarril de Almería se levantó en 1893 como obra de prestigio para la Compañía de Hierro del Sur de España y fue fundada en 1899 con el objetivo de transportar minerales de Sierra Morena al puerto almeriense. Su finalidad era en principio minera y por eso se le llamó Almería-Puerto. Es de inspiración francesa, su cuerpo central se relaciona con la Exposición Internacional de París de 1899, con el uso del hierro con ornamentación de su propia técnica constructiva (los remaches de la Torre Eiffel) y las formas del estilo neomudéjar, y por la composición de la fachada (Palacio de Exposiciones de J. Formigé). Su estilo podríamos definirlo como un eclecticismo historicista de origen neoclásico de los siglos XVIII y XIX.

 

 

Vista Edificios de la Estación de Gérgal y Final del tramo electrificado en 1911

 

     La Estación de Ferrocarril de Gérgal, sigue el modelo de otras estaciones de la línea Linares-Almería como las de Gádor, Benahadux y Huércal. Estas estaciones rurales serán de una gran simplicidad arquitectónica, las infraestructuras serán mínimas y serán parecidas a una casa de campo dada su sencillez y la lejanía a los núcleos rurales. En el edificio central, mirado de frente, la parte izquierda era la Sala de Espera y Despacho de Billetes, que los que tenemos ya unos pocos años, la hemos visto evolucionar desde cuando tenía una estufa que funcionaba con carbón hasta el mobiliario moderno de sus últimos años. La parte de la derecha, un edificio de dos plantas, ha sido durante mucho tiempo vivienda para residencia del Jefe de Estación y su familia. A su derecha tiene una pequeña parcela ajardinada en la que son características dos antiguas palmeras que aún se conservan en la actualidad. A la izquierda del edificio principal hay una caseta que durante muchos años fue cantina para los viajeros y en la actualidad es Sala de Espera. En el centro de la fachada en lugar visible destaca el nombre de la estación en un letrero grande, que se lee por los dos lados, formando ángulo recto con la fachada para que se vea en los dos sentidos de la vía. También son característicos de este tipo de estaciones un reloj de gran tamaño adosado a la pared y una campana de bronce colgada de un soporte con una cadena que hace sonar el Jefe de Estación para dar entrada y salida a los trenes que paraban.

 

  

Locomotoras trifásicas utilizadas en el tramo Gérgal-Santa Fe

 

     Además de los dos edificios descritos, en la estación existía un servicio de tracción que constaba de las salas destinadas al depósito de máquinas, las cocheras, la lamparería, el depósito de aguas y los talleres de reparación.

 

Tren de mineral de la línea Linares-Almería

 

     La Estación de Gérgal fue uno de los extremos de la primera electrificación española de vía ancha, el otro fue la Estación de Santa Fe. Entre estas dos estaciones había una gran rampa de 22 km. en la que los trenes ascendentes sólo podían alcanzar entre 10 y 12 km/h, por lo que se buscó la solución con la electrificación de la línea, que supuso un hito en la historia del ferrocarril español, pues fue la primera línea de vía ancha electrificada. Se hizo con corriente alterna, que era la única que permitía el frenado por recuperación, de manera que subían los trenes vacíos con la electricidad que producían los trenes cargados que bajaban.

 

     

Grúa de agua para suministrar a las locomotoras, Enclavamiento Bouré y Tren en la Estación de Gérgal, año 1965

 

     La Estación de Gérgal estaba comunicada con Gérgal a través del ramal Gérgal Gérgal-pueblo o Cruz de Mayo. Tenía una longitud de 4´5 km. En la estación había cuatro vías para cruce más la salida del ramal que salía del lado de Almería. Antes de su construcción, en su lugar, existía una vía muerta para cargar los vagones con el mineral que llegaba en caballerías y carros.

     El proyecto del ramal Gérgal–Gérgal pueblo, llamado también Cruz de Mayo, se firmó el 30 de septiembre de 1899 y se inauguraría en 1900. En 1902, ya producía beneficios; el 11 de enero de 1904, dejó de ser explotado por la Compañía Sur y lo tomaría el concesionario de la línea y constructor del ramal The Gérgal Railway and Mines Cº Ltd hasta 1909, que liquidó sus negocios, volviendo de nuevo a la Compañía Sur. En este período (1904-1909) no había obtenido buenos resultados.

 

 

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     15. Los Molinos Harineros

 

     Los molinos harineros de Gérgal han sido durante muchos siglos las industrias de transformación de los cereales en harina, alimento básico que ha hecho posible la vida de sus habitantes.

 

 

Molino del Sioro, último de la serie que había en la Rambla de Gérgal 

 

     Desde la antigüedad los molinos harineros han sido elementos necesarios en la cadena de producción del pan, recurso alimenticio básico que ha posibilitado la vida de las personas que se han asentado en Gérgal. Son, por tanto, un patrimonio heredado de las culturas o civilizaciones que se han sucedido a lo largo de los siglos en nuestro territorio, y por ello, objeto de estudio para comprender su evolución y adaptación al medio natural.

 

     Origen y evolución de los molinos harineros

 

     Se ha considerado al molino la primera máquina de la civilización. Fue el primer invento que supuso importantes avances en las tareas agrícolas, industriales y de índole social, pues consiguió liberar de algunos de los trabajos más pesados a muchas generaciones de personas, sobre todo a las mujeres, que eran las que tradicionalmente se encargaban de moler el trigo.

 

     Según la fuente de energía que se aprovecha para la molienda, el hombre ha ingeniado molinos de diferentes tipos o clases. Así, tenemos: los molinos de viento, que aprovechan la fuerza del viento (energía eólica); los molinos harineros, hidráulicos o de agua, que aprovechan la fuerza del agua (energía hidráulica); los molinos de sangre, que aprovechan la fuerza de los animales, mulas o bueyes, con los ojos tapados para no marearse que se enganchaban a unos maderos cruzados al eje para moverlo conforme daban vueltas; los molinos de mano, que aprovechan la fuerza manual humana; los molinos de fuego, que aprovechan la energía de una máquina de vapor o motor, y otras clases de molinos de menor importancia.

 

     Si indagamos en la historia, vemos que el hombre primitivo del Paleolítico era nómada, se dedicaba a la caza y a la búsqueda de fruta silvestre, y se alimentaba mayormente de alimentos vegetales sin ningún tipo de transformación o elaboración (granos, bayas, semillas y pequeños frutos). En el Neolítico se hizo sedentario, aprendió a cultivar las plantas que necesitaba y a domesticar animales, se hizo agricultor y ganadero, y pasó de comerse los cereales simplemente masticados a utilizar los molinos de mano para machacar el grano y facilitar su nutrición. En una primera fase del período Neolítico -comenzó en la Península Ibérica unos 7000 años a. C.-, machacaba, trituraba o molía los cereales como el trigo o la cebada, simplemente colocándolos entre dos piedras planas y pulidas, dándole golpes hasta convertirlos en harina recia con la que hacía tortas, papillas o galletas, antecedentes del pan; en una segunda fase, colocándolos sobre una piedra grande ligeramente cóncava y con las manos les pasaba por encima dando vueltas una piedra con forma de rodillo hasta convertirlos en harina (molino de mano o muela) y en una tercera fase utilizaba los morteros y pilones, es decir, sobre un cuenco de piedra o madera colocaban el grano y lo machacaban con un mazo de madera. Las culturas de Los Millares (2500-1900 a. C.) y El Argar (1900-1300 a. C.) que se desarrollaron en la Edad del Cobre en nuestra provincia, y en nuestro territorio, utilizaron y perfeccionaron estos molinos simples.

 

     Las siguientes civilizaciones o culturas de la Península Ibérica (tartessos, iberos, celtas, celtíberos, fenicios, griegos, cartagineses…) continuaron perfeccionando el arte de la molienda de los diferentes cereales. Así llegamos a la molineta, que es un pequeño molino de mano compuesto de dos piedras circulares planas superpuestas (la superior móvil y la inferior fija), en el que gira la piedra superior empujada por el brazo humano a través de un palo de madera que va clavado en un agujero lateral. El grano se le echa por un agujero que lleva en el centro de la piedra superior y se muele al girar, saliendo convertido en harina por los bordes. Un ejemplo de este tipo es el molino manual celtíbero. Los griegos y los romanos utilizaron este tipo de molinos de dos piedras planas o muelas y también construyeron artefactos o artilugios que aprovechaban la energía del agua o del viento para aumentar la producción, esfuerzo y mano de obra. Los griegos conocieron los molinos hidráulicos en el siglo VI a. de C. y los romanos los difundieron por su territorio, aunque debido a la abundante mano de obra barata de los esclavos no se desarrollaron lo suficiente, pues existían también los molinos llamados de sangre que movían la piedra de moler que estaba en la primera planta con el trabajo de los esclavos y también con animales de caballería, mulas o bueyes, que daban vueltas con los ojos tapados para no marearse, atados a unos travesaños que se le ponían al eje en la planta baja.

 

     Los árabes llegaron a la Península Ibérica en el año 711, conquistándola a los visigodos. Fueron grandes ingenieros de la cultura del agua (fuentes, acequias, balsas, aljibes, baños, norias, molinos harineros, molinos de aceite o almazaras…) y aprovecharon las obras hidráulicas de los romanos y visigodos y las perfeccionaron. Así, mejoraron con nuevas técnicas los molinos harineros que existían cuando llegaron a estas tierras y construyeron otros nuevos, generalizando su uso entre los siglos X y XIII, e incorporaron mejoras técnicas para aumentar su producción como la construcción del cubo.

 

     Funcionamiento de los molinos harineros

 

     Los molinos harineros han sido los instrumentos más importantes de transformación de la producción de cereales. Los más conocidos son los de rueda vertical con un eje horizontal llamados también aceñas y molinos vitrubianos, que están en lugares donde hay ríos con mucho caudal, y los de rueda horizontal con un eje vertical, que están en lugares donde no hay mucho caudal de agua, como es el caso de Gérgal. Los de rueda vertical funcionan aprovechando la energía producida por la fuerza del agua al caer, que mueve una rueda horizontal de paletas (ruedas vitrubianas), y a través de un sistema de engranajes (catalina y linterna) y de embragues, transmiten el movimiento al eje vertical de una piedra de moler. Los de rueda horizontal o de rodezno tienen un mecanismo más simple, pues el movimiento del rodezno pasa directamente a la piedra o muela giratoria sin necesidad de un engranaje o linterna. Su esquema es como sigue:

Esquema de un Molino Harinero

 

     El molino gergaleño, generalmente está integrado en la vivienda del molinero, un cortijo que sigue la tipología rural de la comarca, construido de mampostería con materiales del lugar. El edificio tiene dos partes: la vivienda del molinero y el molino. Cada una tiene su puerta de entrada, la del molino suele ser un portón grande de madera, y se comunican entre ellas por otra puerta o arco. Allí compagina su trabajo de molinero con el de agricultor y ganadero para arrimar a su despensa alimentos básicos como patatas, aceite, huevos, carne… El molinero era ayudado por su mujer, hijos y demás familia en las labores del molino.

 

     En Gérgal, debido al escaso caudal de agua que lleva el cauce o acequia que la conduce rambla abajo para regar su vega, los molinos harineros son de roezno (rodezno) o rodete horizontal, de los llamados de cubo. Se llama así a un depósito circular de pequeño diámetro en forma de pozo y caída  vertical o algo inclinada (chanfao) que va dentro de un tronco piramidal cuadrangular de obra de mampostería o sillería a base de anillos tubulares labrados en piedra y de una sola pieza llamados atanores con enfoscado interior para evitar pérdidas de agua, a mayor altura que las piedras de moler o muelas. Mediante el cubo se consigue aumentar la potencia de un pequeño caudal de agua para que mueva el rodezno.

 

     El cauce de agua o madre vieja en la mayoría de los molinos tenía una presa o pequeña balsa de acumulación con una compuerta de salida que daba mayor velocidad, regularidad y fuerza al agua del canal o acequia que iba al cubo, llamada cao o adelantao. El agua pasaba por una rejilla para impedir el paso de ramas, palos, piedras, etc. y después caía al cubo desde una altura elevada (de 5 a 20 m), de manera que con poca cantidad, aumentando su velocidad, se conseguía en el choque suficiente presión para mover el rodezno que se encontraba debajo del molino en una cueva o gruta abovedada llamada cárcavo o bóveda sobre la que se levanta el edificio del molino. El cárcavo se picaba periódicamente para quitarle la toba o cal del agua que se iba depositando sobre las paredes. El agua que salía del rodezno volvía al cauce de riego por un canal de retorno o socaz.

 

    

Cubo, balsa de acumulación  y acequia de caída del Molino del Sioro

 

     El cubo está lleno de agua mientras el molino funciona. Al final de la caída, en muchos casos, el fondo del cubo se estrecha para aumentar la presión. El agua sale por un conducto inclinado hacia el rodezno, llamado por algunos bomba, que va reduciendo su sección hasta terminar en el saetillo, saetín o saetilla, pieza de forma troncopiramidal hecha de madera o chapa que concentra y dirige el chorro de agua hacia el rodezno. En su parte superior tiene una ventana o compuerta llamada suspirón, que se sujeta fuertemente con la tranca apoyada contra la bóveda, y sirve para limpiarlo en caso de atasco. La paraera (paradera) es una compuerta o plancha que se deja caer sobre el rodezno, rebota el agua en ella y para el mecanismo del molino. Con ella se regula el caudal del agua que golpea las cucharas o paletas del rodezno, y por tanto su velocidad. Se dirige mediante una larga barra de acero que termina en un volante que se acciona manualmente, generalmente desde la sala de la molienda. La fuerza del agua hace girar el engranaje que mueve el eje donde está el empiedro formado por un par de piedras de moler o muelas, llamado también parada. Los molinos de Gérgal solían tener dos paradas (o empiedros), una para moler el trigo y otra para moler cereales de harina más basta como la cebada, el centeno, los yeros, las habas… El mismo rodezno mediante un sistema de embragues permutaba el funcionamiento a los dos juegos de piedras (uno, los dos, o ninguno).

 

     El rodezno es una rueda horizontal compuesta de cucharas o álabes también llamadas paletas o cazoletas. En las cucharas se distinguen dos partes: el mango o cola y la cazoleta o pala.  Van sujetas por camones que son unos arcos de hierro que sujetan las colas de las cucharas para formar los cuartos. Se unen a través de los radios a la maza del eje o árbol. Los radios son unas piezas de madera  que por un lado encajan en un hueco o mortaja de las colas de las cucharas y por el otro lado en la maza. Los cuartos están formados por grupos de 6 a 8 cucharas, montadas en la cárcel, que es el espacio que queda entre los camones inferiores (2) y superiores (2). Las cucharas van perfectamente unidas y encajadas para no dejar pasar el agua entre ellas. Los primeros rodeznos consistían en un armazón de madera de forma troncocónica llamado maza y desde principios del siglo XIX se empezaron a construir metálicos. Consistían en dos llantas de hierro concéntricas, de unos 15 cm. de altura, separadas unos 20 cm. Entre ellas se situaban los vasos, formados por chapas o péndoles, con la parte inferior doblada y ligeramente inclinada, en número de 20, 32 y hasta 40. Las llantas se acoplaban al eje vertical en su parte inferior, llamada árbol o maza, mediante la cruz, que eran dos barras de hierro cruzadas y sujetas a la llanta exterior.

 

     El movimiento del rodezno se transmitía directamente a través de un eje vertical a un aparejo donde había un juego de piedras de moler superpuestas horizontalmente, una fija, la solera, colocada directamente sobre el suelo o encajada sobre un rebaje de una bancada de muros de obra y vigas de madera (el alfanje), para que las piedras vibren lo menos posible en beneficio de su mejor conservación de su picado y a la buena calidad de la harina, y otra móvil, la volandera, que gira sobre la anterior mientras recibe de la tolva el grano, y va unida al eje o árbol (palahierro). Su velocidad debe ser de 8 a 10 m/s, equivalentes a unas 120 revoluciones por minuto, pero se aconseja no llegar al máximo para no perjudicar la calidad de la harina. Las dos piedras o muelas han de ser similares y del mismo diámetro para evitar resaltes en alguna de ellas. Su diámetro oscila generalmente entre 90 y 150 cm. y su grosor entre los 50 cm. cuando está nueva y entre 10 y 20 cm. cuando está gastada y debe ser sustituida.

 

 

Estado actual del empiedro del Molino del Sioro y del rodezno del Molino de Juan Díaz

 

     La piedra solera tiene en su centro un orificio por el que pasa el palahierro, que en las piedras blancas se tapa con la cama, pieza formada por dos medias lunas de madera. La piedra volandera tiene un agujero en el centro por donde se echa el grano que cae de la tolva para ser molido y en la cara inferior tiene un hueco tallado llamado lavijero en donde encaja la lavija que apoyada sobre el palahierro le transmite el giro. Suele tener unos agujeros en la cara superior para ajustar pesos que la equilibren en su giro y en los laterales dos agujeros diametralmente opuestos donde se enganchan los burlones de la cabria o grúa que la levantan para su picado.

 

     Las piedras o muelas eran de dos tipos: blanca o francesa. En la antigüedad todos los molinos funcionaban con piedras blancas, pero a partir de 1930 se empezaron a montar piedras francesas o de La Ferté (localidad francesa de donde provenían). La muela blanca es de una sola pieza, pesaba entre 800 y 1000 kg., se traía de las canteras cercanas, es de material más blando, tenía que ser picada frecuentemente por su gran desgaste y duraba unos dos o tres años. La muela francesa está construida de varias piezas de sílex procedentes de Francia ensambladas entre sí con cemento y zunchadas con dos aros metálicos. El agujero central también lleva un refuerzo metálico que recoge a la lavija. Es mucho más dura que la blanca y por tanto se desgastaba menos y la harina contenía menos impurezas. Si la blanca se picaba hasta dos veces por semana, la francesa sólo se picaba una vez al año.

 

   

Piedra blanca del Molino del Sioro y piedra francesa del Molino de Juan Díaz o de Ramón el Molinero

 

     El picado de las muelas se hacía levantando la volandera con la cabria o cabría (de Cabrias, estratega egipcio) que era una grúa rústica que se generalizó con el uso de las piedras francesas. Servía para levantar las piedras y poder hacerles unos surcos, picando manualmente las dos caras de contacto de igual manera, con objeto de mejorar la molienda del grano y facilitar la salida de la harina. Las dos piedras tienen unas estrías o surcos  en sus dos caras de contacto que constituyen la picadura. Son iguales en ambas piedras, pero en sentido inverso. La picadura se compone de rayones, canales o surcos que recorren la piedra desde el ojo al borde de forma oblicua para que la harina se desplace por ellos hacia el exterior aprovechando la fuerza centrífuga. Los abanicos son unas estrías muy finas de forma curva que se encuentran entre los rayones para que la harina salga hacia ellos, son la picadura propiamente dicha. Esta faena era peligrosa por las partículas que saltaban al cuerpo del picador que necesitaba protegerse. La picadura se hacía periódicamente por el desgaste a que estaban sometidas las muelas, los abanicos se picaban frecuentemente y los rayones una vez al año. Las herramientas que utilizaba eran varias, como la escoda, especie de hacha de doble filo, y la picaera o piqueta o cortante de dos hojas transversales al mango. Los picos y puntas de las herramientas se afilaban en la amolaera, que es una piedra de esmeril sobre un caballete.

 

     El conjunto motriz está apoyado en una viga llamada puente o alzapuente que se apoya por un lado en un agujero de la pared del cárcavo, o en un madero o durmiente, y por el otro está colgada de una barra de hierro llamada alivio, vara del alivio o brazo que sirve para separar las muelas por medio de una manivela o husillo y una tuerca. Así, mediante roscado sube y baja el puente, y por tanto todo el conjunto, y se puede levantar la muela volandera para controlar la velocidad y la molienda con tan solo girar una pequeña rueda o tornillo metálico conocido por tornillo o volante del alivio.

 

     El eje del rodezno tiene en su parte inferior un pivote llamado gorrón, punta o dado donde se apoya la muela, el eje y el rodezno, que suele ser de acero o bronce y en algunos molinos se sustituye por otra pieza metálica llamada cruz que hace la misma función. El gorrón gira sobre una pieza fija llamada rangua o ragua encajada en el puente, tiene forma de dado, suele ser de bronce y hay que cambiarla con frecuencia por el gran desgaste que sufre. El eje o árbol que transmite el movimiento de giro del rodezno a la piedra corredera se compone de dos partes: la maza (parte inferior) y el palahierro (parte superior). La maza es una pieza de madera troncocónica que tiene en la parte inferior una serie de huecos donde se insertan los radios del rodezno. En la parte superior tiene una mortaja practicada verticalmente o tenaza donde encaja la pala del palahierro que es una barra de hierro o acero de unos 2 m. que conectado a la lavija, pieza metálica casi rectangular o circular acoplada a la muela corredera, le transmite el movimiento. El palahierro está torneado por su extremo superior y termina en un apéndice rectangular, la cresta o bellota, denominado gorro de la lavija, que penetra en ella. Para nivelar la lavija en su unión con la cresta se utilizan unas plantillas llamadas alzacrestas que aseguran el giro uniforme de la piedra y mejor conservación. La parte torneada se ajusta al ojo de la muela solera por medio de la nuez, un cojinete de madera que sostiene el árbol en la posición vertical y le permite girar libremente. Para evitar que el palahierro dé bandazos al girar que perjudican al mantenimiento de las piedras se emplean las sortijas y las ventanas, las primeras son unos anillos que impiden que la tenaza se abra, las segundas son unas cuñas que fijan la unión del palahierro con la maza en la tenaza. En el ojo de la muela volandera está la cama formada por dos medias lunas de madera del mismo diámetro y grosor -por su centro pasa el palahierro- que tiene por finalidad impedir la pérdida de grano entre el palahierro y la embocadura.

 

     La sala de molienda es donde el molinero controla el proceso de molturación. En ella están las piedras de moler y las máquinas para la limpieza del grano y cernido de la harina. Suele estar en la planta baja y junto a ella, hay un espacio donde se pesaba el grano y la harina que transportaban las bestias en sacos (grano) y costales (harina). Desde aquí el grano pasaba a una tolva y mediante un elevador se subía a la máquina de limpia y a la lavadora.

 

     Cuando el grano estaba limpio y lavado se dejaba en reposo en un atroje (troje) o en el propio tejado del molino para tenerlo listo para su molturación o molienda. De aquí pasaba a la tolva que suministraba el grano a la piedra móvil (volandera) que molía el grano al girar sobre la piedra fija (solera). Esta tolva es una caja troncopiramidal invertida de madera y está suspendida sobre la muela volandera mediante un soporte lateral o con unas angarillas para separarla cuando se levantan las muelas para picarlas o para otra operación. El trigo se echaba por la parte ancha o superior y salía por la parte estrecha o inferior, a través de un canal rectangular inclinado llamado canaleta o canaleja hasta el ojo de la volandera que va suspendido de una cuerda para regular su pendiente y dosificar la caída del grano y que caiga dentro del ojo de la volandera. Para que no se atranque lleva colgado una pequeña vara de madera llamada tarabilla o caíllo que descansa en la volandera, que al girar la mueve y le transmite a la canaleta pequeñas sacudidas que facilitan la caída del grano.

  

     Para evitar que la harina que sale entre las piedras se pierda, éstas se recubren con el guardapolvo, un cajón de madera circular o poligonal, sobre el que se coloca la tolva. En la parte superior lleva un agujero por donde cae el grano desde la tolva al ojo de la volandera a través de la canaleta y además tiene unos pequeños agujeros circulares llamados ventiladores para que se airee la harina. El grano cuando cae entre las dos piedras, debido a la fuerza centrífuga y al picado de las piedras, empieza a quebrantarse o molerse cerca del ojo, continuando su recorrido por los rayones hasta el exterior de las piedras para salir convertido en harina, que cae por un canal, la piquera o pitera, al harinal o harinero, una caja grande que está al pie de la armadura de las muelas. Aquí una vez enfriada la harina se llenaba en los costales para trasladarla si el molino no disponía de torno de cernido. Si lo tenía pasaba a éste para clasificarla en harina fina y salvado.

 

 

Ruinas del Molino de Juan Díaz y Molino del Partidor de Abrucena, similar a los de Gérgal,

 donde se ven dos empiedros en los que se aprecian la tolva, el guardapolvo, el harinal y la cabria

 

     Los molinos harineros tradicionales fueron incorporando máquinas y equipos para mejorar y facilitar la molienda. Entre estas mejoras tenemos: la máquina de limpia situada en la planta alta, donde se cernía el grano que se que se subía de la tolva situada en la planta baja a través de un elevador de correas y cangilones, para quitarle impurezas, ramas, etc.; la lavadora que lavaba y humedecía homogéneamente el grano antes de molerlo; y el torno de cernido que separaba las diferentes calidades de harina mediante un tambor giratorio de tela de seda.

 

     La harina en rama que salía de las piedras se subía con un elevador de correas y cangilones al torno de cernido donde se separaba la harina del salvado, sémola, etc. La harina cernida se almacenaba en una tolva para repartirla en costales a sus propietarios, quedándose el molinero con la maquila, que era la cantidad de harina que cobraba por su trabajo, por lo general, un celemín por fanega molida, es decir, la doceava parte. Las medidas usadas para el grano y la harina eran el medio celemín, el celemín, el cuartillo o cuartilla y la fanega.

 

     Las clases de trigo que se cosechaba en Gérgal eran principalmente:

     - Pichi o Candeal, trigo corto y blando, que hacia una harina muy blanca (especial para dulces).

     - Cañi-hueco, trigo alargado y duro, cuya harina era más dorada, más indicado para pan y para migas.

     - Nano y Valenciano, un intermedio entre los anteriores, su harina era utilizada para todo.

 

     Los molinos harineros de Gérgal

 

     En cada uno de los molinos que había en Gérgal se podían moler diariamente por término medio 7 u 8 fanegas de trigo. También se molían en ellos cada cierto tiempo los pimientos coloraos para hacer el pimentón. En estos molinos solía haber dos pares de piedras, unas para moler el trigo y otra para los cereales que daban la harina más basta como la cebada.

 

     La maquinaria del molino era construida por artesanos del lugar, albañiles, carpinteros y herreros. Todos los materiales eran de la zona, menos la piedra volandera que había que traerla de fuera.

 

     La  mayoría de los molinos se concentraban en la Rambla de Gérgal, porque por ella bajaban de la Sierra de Los Filabres, a través de las cuencas de los Barrancos o Arroyos de la Dehesa (o de La Virgen) y del Toril, aguas espontáneas y alumbradas, y también de muchas de las fuentes que había por entonces en ella. En Aulago, anejo de Gérgal, también había un molino harinero en su rambla de las mismas características.

 

   

Molinos 1 y II del Peñón de Las Juntas y de Miguel El Bizco

 

     En Gérgal, aunque no hay constancia de que los romanos construyeran este tipo de molinos, no podemos descartar que los fabricaran -a pesar de que para ellos era más fácil utilizar los molinos de sangre con esclavos o con bestias- si tenemos en cuenta que la torre que alberga el cubo parece estar construida con técnica romana de cantería y que estuvieron instalados en nuestro territorio como lo demuestra un yacimiento romano en la cabecera de la Rambla. Los restos de los molinos que han llegado hasta nosotros tienen toda la apariencia de haber sido construidos por los árabes.

 

 

Ruinas del empiedro y del cubo del Molino de Juan Martínez

 

     Los Libros de Apeo y Repartimiento se realizaron a partir de 1571 para establecer las lindes de los nuevos repobladores que vinieron a ocupar estas tierras después de la expulsión de los moriscos. De Gérgal sólo se conserva el de Apeo, que es muy completo en información, contiene un inventario de las propiedades de los moriscos y cristianos viejos del pueblo (incluidas las del Conde de La Puebla y las de la Iglesia). Se describen con todo detalle las propiedades de los cristianos viejos que eran muy pocas y dispersas, y las de los moriscos que se midieron en grandes pagos.

 

     Según el Libro de Apeo, en Gérgal había 8 molinos harineros. Se localizaban  en la Rambla de Gérgal, entre el Peñón de Las Juntas y El Cubillo. Eran unos artefactos pequeños y simples, de rueda horizontal y una sola piedra (un par). Su construcción era tan básica que algunos tenían el cubo de madera.

 

     El conocedor morisco, Diego Hernández el Chaguid, que había nacido y vivido en Gérgal durante 60 años, fue traído desde Úbeda (Jaén) -donde llevaba 5 años como consecuencia de la expulsión de los moriscos en 1570- como experto para suministrar información en la elaboración del Libro de Apeo. Declaró “que todos los dichos molinos están caydos y maltratados”. Había muchos molinos, uno por cada 25 vecinos, proporción muy alta si la comparamos con otros pueblos del Reino de Granada. Esta abundancia se puede explicar por el escaso caudal de la Rambla de Gérgal que no permitía construir artefactos más grandes de mayor producción. El Conde de La Puebla autorizó su construcción y se reservó el derecho de percibir la quinta parte de la renta que produjesen.

 

     El apeo los describe por orden de proximidad al pueblo, desde los que están más bajos en el cauce de la rambla a los que están más altos en su cabecera. El primero se encontraba junto al pueblo: “que se dice rahal mancha de Diego el Huzaya, morisco, junto a las casas, cerca de la fuente, linde del camyno antyguo de Tavernas, que es de quvo, de una piedra. Está razonable”. El segundo, lo describe así: “…está más arriba, en el pago de Aynalhadid, pertenecía a un tal Zeydi y a otros moriscos…”. El tercero: “…más arriba… entre los pagos de Maxar y Gicares…Está bueno y tiene el quvo fecho en peña”. El cuarto: “…más arriba, en el pago de Gicares…de una rueda, de Francisco Azafarane, morisco…”. El quinto: “…más arriba, que se dize de Hazali, que hera de Francisco el Chaguid, no tyene más del quvo”. El sexto: “…que no tyene quvo y era de madera y no tyene ningún aderezo, que era de Diego el Chaguid (el conocedor morisco traído para el apeo), se hallaba en el pago de Gicares. El séptimo: “…en el mismo pago, pero más arriba, también tiene el quvo de madera”. El octavo y último: “tiene quvo y una sola piedra”.

 

     El Catastro de Ensenada se realizó entre 1749 y 1756 con la principal finalidad de recaudar impuestos mediante una contribución única, objetivo que no se consiguió, pero sirvió también de gran inventario de los pueblos (en total 15.000 lugares) y provincias (22) que formaban la Corona de Castilla. Fue encargado por el rey Fernando VI a propuesta de su ministro el Marqués de la Ensenada. Es el primer censo que se hizo de la población española y nos aporta muchos datos para el estudio económico y social de la época. En él se dice que en Gérgal había 11 molinos harineros, uno propiedad de un eclesiástico (patrimonial), 6 de dones seculares, y uno de forasteros, D. Juan Antonio Carbonel, gran propietario de tierras en la Taha de Marchena, residente en Alhabia. De los 10 molinos harineros que había en Tabernas, uno de ellos era de D. Diego de Góngora, vecino de Gérgal. La producción de los 11 molinos harineros que había en Gérgal daba un total anual de 5.650 reales y una media de 513 reales por molino, rendimiento medio que estaba un poco por debajo de la media de los molinos de la zona del Valle del Andarax, que era de 682 reales, algo más del doble de la media considerada para un jornalero.

 

     El Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de Pascual Madoz (1845-1850), nos dice que por estas fechas había en Gérgal 8 molinos harineros y 5 de aceite.

 

 

Ruinas del Molino de Luis Rita y del Molino de Los Millonarios

 

     En 1897 se aprobó la constitución de la Comunidad de Regantes de los Pagos Generales de la Villa de Gérgal, popularmente conocida por el Sindicato de Riego, reconociéndose propietaria de las mencionadas aguas y de las presas, balsas y acequias que las encauzaban. Desde la Balsa de Las Juntas sale una acequia que va de un lado a otro de la rambla, pasando por varias presas y balsas, y llega hasta la Balsa del Cubillo, de la que parten dos acequias, una para el Pago de la Cruz Blanca, que discurre por debajo de las casas, y otra para el Pago de Pilanos.

 

     De la acequia principal o cauce -con el tiempo se construyó de hormigón- que recorre la rambla, aprovechaban la fuerza motriz de su agua, quince molinos harineros situados a uno y otro lado de su ribera.

 

     Según las Ordenanzas de la Comunidad de Regantes de los Pagos de esta Villa, en su Artículo 4º, dice: “…Y para el aprovechamiento de su fuerza motriz los quince Molinos harineros situados en la ribera, conocidos por de las Juntas, Portocarrero, y Balsa Grande.

     Los primeros en número de dos, sin específica nominación, radican en la falda de la loma de las juntas, entre el peñón de igual nombre y el ángulo que forma la incorporación de los Arroyos de la Dehesa y Toril, al final de aquellos.

     Los segundos en número de nueve son igualmente nominados, De Parra, de D. Marcos, de Corona, de Capullo, de los Castaños, de Martín, de Vidal, de Pizarro y París, colocados por el órden que enunciados quedan, siendo su situación, segundo, tercero, cuarto y quinto, lado de Levante de la Rambla y falda del Cerro de Hinojos; y la de las cinco restantes al de Poniente, en la forma siguiente; el primero en la Olla de Ana, el sexto y séptimo en la terminación del Cerro de la Brujona, y el octavo y noveno, en la del Cerro del Almendral.

     Los terceros ó de Balsa Grande son cuatro y se denominan, empezando por el más próximo inmediatamente á dicha Balsa: Del Pardo, del Mamón, de Montero y de Pepico, todos al lado de Levante y falda de la Loma de Tablas.

     Los precitados molinos harineros tienen el derecho a aplicar á sus artefactos como fuerza motriz.

     1º Los de las Juntas, las aguas que discurren por los Arroyos de la Dehesa y Toril.

     2º Y los demás ó sean los de Portocarrero y Balsa Grande, todas las que la Comunidad de regantes pase por los cáuces fijos ya determinados; pero solo en la cantidad que mejor convenga á su aprovechamiento por la misma, y sin que el especificado derecho les autorice por ningún concepto á estos ni á aquellos á usarla abusivamente, ya desperdiciándola, ya alterando su cantidad ó ya distrayéndolas con cubadas ó de cualquiera otra forma.”

     En su Artículo 9º, dice: “Los derechos y obligaciones correspondientes á los Molinos, y en general, á los artefactos que aprovechen la fuerza motriz del agua, se determinarán de una vez para siempre, como se convenga entre los regantes y los propietarios de dichos artefactos, sin perjuicio de las modificaciones que puedan acordarse con el mutuo consentimiento de ambas partes.”

 

     El Anuario de Almería de 1925 dice que los propietarios de los molinos harineros que había en Gérgal eran de:

     Francisco Cruz Pérez, Juan Díaz Martínez, Antonio Iglesias Sánchez y Antonio Martínez Carreño.

 

Molino de Juan Parra, único que está listo para funcionar de la serie que había en la Rambla de Gérgal

 

     A continuación un inventario de los molinos de Gérgal elaborado preguntando a personas que los han conocido y visitando algunos in situ. Mi agradecimiento a Paco el Sioro que me enseñó y explicó el funcionamiento de su molino, a Paco Rita por las información que me ha dado y a Manolo Llanos y su esposa Mari Trini por la información que me han facilitado. Todos están en ruinas a excepción del conocido como de Juan Parra Romero que su actual propietario, Manolo Llanos, ha restaurado y lo ha dejado listo para funcionar. Empezando por la cabecera de la Rambla, tenemos:

 

      - Peñón de Las Juntas, en el castaño, en medio de los dos arroyos (Toril y La Virgen), había dos molinos.

      - Matías, a la derecha.

      - Luis Rita, a la izquierda, frente a Portocarrero.

      - Antonio el Pujavante, a la izquierda.

      - Miguel el Bizco, a la izquierda.

      - Los Millonarios, a la derecha.

      - Los Orozcos, o de Juan Martínez, o de Lucila (su mujer), a la derecha.

      - Bonifacio el Chiquitico, o de su hijo Ramón el Molinero, o de Juan Díaz, a la derecha.

      - Doña Gracia, a la derecha.

      - Juan Parra Romero, a la izquierda.

      - Los Parras (Juan y Emilio), a la izquierda.

      - Los Sioros, a la izquierda.

     También hay que incluir en esta lista el Molino de Miguel el Bizco, el primero que funcionó con electricidad, que él mismo ideó y construyó en el casco urbano de Gérgal, en la Calle Sebastián Pérez, en la parte oeste, en la zona que muchos conocemos como la Puerta de Manuel Cabrío, porque allí existía un horno cuyo propietario era este señor. Fue el primer y único molino eléctrico que ha habido en Gérgal  y funcionó desde el año 1952 hasta el 26 de febrero de 1976.

 

     Son todos ellos un patrimonio industrial que estamos obligados a estudiar, conservar y en la medida de lo posible recuperar.

     

     Bibliografía:

- Reyes Mesa, José Miguel. “Evolución y tipos de molinos harineros”. Zócalo Libros. Granada, 2001.

- Reyes Mesa, José Miguel. “Tecnología y arquitectura popular. Los molinos hidráulicos en la provincia de Granada”. Gazeta de Antropología. Nº 16, 2000, Texto 16-   21. Universidad de Granada.

- López García, Rafael. “Molinos Hidráulicos. Apuntes de Historia y Tecnología”. Editorial Formación Alcalá S.L. Alcalá la Real, 2006.

- Gabinete Pedagógico de Bellas Artes de Almería. “Recursos y aprovechamientos hídricos”

- García Latorre, Juan. “Sierra de Filabres entre los siglos XV y XIX: paisajes agrarios, economía y estructuras sociales”. Tesis doctoral. Universidad de Granada.

- Ordenanzas de la Comunidad de Regantes de Gérgal.

- Anuario de Almería. 1925

- Márquez López, Francisco. Historia del Molino del Cubillo o del Sioro.

 

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     16. Las Almazaras de Gérgal

     

Las almazaras, también conocidas en otros lugares de Andalucía y de España como molinos de aceite, son las fábricas o industrias donde se prensa la aceituna para obtener el aceite de oliva, que ha sido a través de la historia -desde hace más de 5000 años- uno de los pilares básicos (pan, aceite y vino) de la cocina mediterránea. 

     

     El olivo y su historia

     

     La aceituna u oliva es el fruto del olivo (Olea europaea). El olivo es un árbol que procede del acebuche (Olea europaea var. Sylvestris), que es la misma planta en estado silvestre. El olivo se encuentra expandido por toda la cuenca mediterránea, siendo Andalucía la zona olivarera por excelencia a nivel mundial.

 

Ejemplar de olivo

 

     El olivo, la aceituna, el aceite y sus derivados, han sido muy importantes para muchas civilizaciones a lo largo de la historia de la humanidad, pues han ayudado a su supervivencia, principalmente como fuente de alimentación y salud.

     El cultivo del olivo se inició hace más de 6000 años. Sus orígenes parece ser que se encuentran en el Oriente Medio, en una zona que comprendería Creta, Egipto, Palestina, Siria, Irak e Irán. Conforme se fueron implantando los olivos, el aceite fue sustituyendo a las grasas animales que se utilizaban en la alimentación y también para otros usos variados.

     En Andalucía se cree que fue introducido por los fenicios en el siglo XI a. de J.C. y los griegos lo extendieron en los siglos VI y VII a. de J.C. Grecia protegió mediante severas leyes su cultivo y a los que arrancaran más de dos olivos se les confiscaba sus bienes y se les desterraba. Según la mitología, fue Palas Atenea quien de una lanza hizo brotar el olivo. Era un símbolo de prosperidad y riqueza, de paz, victoria y vida. Con olivo se hacían las estatuas de los dioses, los cetros de los reyes, los tabernáculos y los instrumentos de combate de los héroes. Era el árbol de la fertilidad y las mujeres dormían sobre sus hojas y bajo su sombra cuando querían engendrar. Al aceite se le atribuían virtudes extraordinarias: rico en sabor y energía, para curar las heridas y dar fuerza al organismo, como combustible para alumbrar por las noches, para ungir los cuerpos y suavizar la piel… Los judíos lo utilizaban para la conservación de los alimentos.

     Los romanos, a partir del siglo II a. de J.C., lo extendieron por las riberas del Mediterráneo y por todo el Imperio para uso alimentario y medicinal, como carburante, como arma de guerra, para masajes, como cosmético, para fricciones después del baño, para alumbrado, como purificador en actos religiosos, etc. Convirtieron al olivo en una de las principales producciones agrícolas de la Bética (comprendía la mayor parte de la actual Andalucía), cuyos aceites y aceitunas gozarían de una gran estimación en Roma. Fue tan importante que el emperador Adriano acuñó monedas con el dibujo de una rama de olivo y la leyenda “Hispania”.

 

Mapa de la zona de expansión del olivo en el Imperio Romano

 

     La exportación de aceite de la Bética ya se efectuaba en el S. II, como lo demuestran las estampillas de fragmentos de ánfora encontrados en el monte Testaccio (montículo existente en las afueras de Roma, formado a partir de la época de Augusto - 27 a. C. -14 d. C.- por la acumulación de los tiestos de alrededor de 26 millones de ánforas de aceite y vino, procedentes en su mayoría de la ciudades de Itálica, Astigi y Córdoba). Las ánforas son vasijas de cerámica con dos asas y un cuello largo y estrecho. Los griegos y romanos las utilizaron para transportar el vino, las uvas, el aceite, las aceitunas, los cereales, el pescado y otros alimentos en todo el ámbito mediterráneo. Llevaban una inscripción o sello de las empresas que las fabricaban. Se colocaban bien ordenadas, a miles, en las naves de transporte. Hay de muchos tipos, cada uno relativo a una bien determinada provincia, con su específica cronología. Las ánforas aceiteras se taponaban con un disco de cerámica, sobre el que se colocaba una pasta de cal, para que al contacto con el aire, se consiguiera un óptimo aislamiento del producto. El peso y la cantidad de aceite de oliva de cada ánfora variaba según el tipo, pero no excedían de los 50 kg.

 

     Con la caída del Imperio Romano en el año 476 d. C. los visigodos continuaron el cultivo del olivo e incluso lo extendieron a zonas de montaña. Así San Isidoro de Sevilla decía en el siglo VI d. C. que la sombra de los olivos cubría el suelo de España.

 

     Posteriormente, los árabes que se instalaron en la Península Ibérica entre el 711 y el 1492 d. de J.C., impusieron su cultivo, las técnicas de recolección de la aceituna y su transformación en aceite en la almazara. El aceite pasó a ser la base de la alimentación: como ingrediente principal de los guisos, para freír otros alimentos o como conservante. Andalucía y la Península se convirtieron en el primer productor de aceite de oliva a nivel mundial.

 

Diferentes trabajos en una almazara de la Edad Media

 

     Durante la Reconquista -se llama así al período de casi ocho siglos (711-1492), que más bien fue una conquista o invasión- los reinos cristianos fueron progresivamente desplazando a los musulmanes de norte a sur en la Península Ibérica hasta su total ocupación. En el antiguo Reino de Granada (1013-1492) se permitió vivir a los musulmanes que se convirtieron voluntariamente, los mudéjares, y a los que se convirtieron obligatoriamente, los moriscos, pero tras la Rebelión de los Moriscos (1568-1571), fueron primeramente expulsados del antiguo Reino de Granada y definitivamente de todos los reinos de España en 1609. Se marcharon y entre el inmenso legado que dejaron a los nuevos pobladores está la cultura del aceite.

 

     La palabra olivo procede del término griego “elaia”, que evolucionó al latín como “olea” y más tarde a oliva, olivo, olive, oil, oleo, etc. La palabra aceite procede del término hebreo “zait” que se transformó al árabe como “zaitun” o “az-zait” que significa “jugo de aceituna” y más tarde derivaría  en aceituna, acebuche y otras. En un principio la palabra aceite sólo designaba al aceite de oliva. La palabra óleo es sinónima de aceite, pero sólo se usaba en los sacramentos cristianos.

 

     El aceite y sus propiedades

 

     Desde la antigüedad el aceite de oliva ha sido considerado por las diferentes civilizaciones como un producto muy apreciado, de maravillosas virtudes, en diferentes aplicaciones: alimentación, medicina, cosmética, carburante, conservante, purificador en actos religiosos, etc.

 

     Su principal aplicación ha sido como alimento, muy rico en grasas y por tanto en calorías, con alto contenido en proteínas y vitaminas (A, D, E y K), lleva todos los aminoácidos esenciales. Es uno de los ingredientes básicos de la cocina mediterránea (aceite, ajo y tomate). Es el motor de la llamada dieta mediterránea, de gran poder antioxidante, que protege de las enfermedades circulatorias y cardiovasculares. Controla el nivel de colesterol, regula la glucosa en sangre, disminuye la tensión arterial, es anticancerígeno, mejora el funcionamiento del aparato digestivo, el sistema nervioso y las funciones metabólicas, evita el estreñimiento, favorece el adecuado desarrollo del sistema óseo y la piel, etc.

 

     Otra aplicación que ha tenido el aceite de oliva ha sido en la fabricación del jabón casero. El aceite usado que ya no estaba en buenas condiciones -el usado y el turbio del fondo de los depósitos- se filtraba y se utilizaba en la mayoría de las casas para hacer jabón. Se fabricaba echando en un lebrillo 6 litros de agua y se añadía poco a poco un kilo de sosa cáustica, pues se produce una reacción de la que se desprende mucho calor. Al enfriarse se le añadían dos puñados de sal y, también poco a poco, 6 litros de aceite, sin dejar de remover la mezcla alrededor de una hora hasta que espesara o cuajara. Siempre se movía para el mismo lado para que no se cortara. Entonces, se dejaba reposar la mezcla en una tina o en una bandeja de madera, unas 12 horas, hasta que se ponía dura, sin dejarla secar mucho, para que no costara demasiado cortarla en trozos. A continuación se ponían de canto los trozos en una tabla para que se secaran y se pusieran duros, con objeto de que duraran más al lavar. Había quien le añadía azulete para darle color y también un poco de jabón en polvo. Actualmente, en algunas casas siguen fabricando este jabón por sus excelentes cualidades para lavar a mano y para el cuidado de la piel. La mezcla se suele hacer más cómodamente y con más rapidez con la batidora eléctrica. La sosa cáustica antiguamente se sustituía por la sosa de la ceniza de la barrilla, que es una planta alcalina que se cultivó en el litoral mediterráneo por su desarrollo en suelos salinos y de secano. Se cultivó en muchos pueblos de Almería, y en Gérgal en particular, en los siglos XVIII, XIX y parte del XX como materia prima para la fabricación de jabón y en menor medida para la fabricación de vidrios y para la limpieza de ropa y lienzos. La ceniza o piedra se echaba en agua y se colaba, obteniendo una lejía alcalina (carbonato cálcico). Muchas mujeres de Gérgal, hasta los años 60 ó 70, utilizaban para lavar unas pastillas o tortas que hacían amasando la barrilla y dejándola secar.

 

     La recogida de la aceituna y su traslado a la almazara

 

     La campaña de recogida de la aceituna tiene lugar desde el mes de diciembre hasta el mes de marzo, dependiendo de la climatología del lugar y del volumen de la cosecha de ese año. Es una faena dura, por el frío y por el esfuerzo y sacrificio que requiere este trabajo.

 

Rama de olivo con aceitunas

 

     Se realizaba en familia, pues la agricultura tradicional ha sido de subsistencia. Se procuraba recoger para todo el año los alimentos básicos que se necesitaban: el aceite, la harina, las legumbres (garbanzos, habas…), los productos de la matanza del cerdo, las patatas, las hortalizas, las frutas, la leche de las cabras (se solían tener una o dos), las gallinas para los huevos y la carne, y poco más. Por tanto, el aceite era imprescindible para la despensa de la casa.

 

     Los olivos que tradicionalmente se han cultivado en Gérgal son grandes, muchos de ellos centenarios. La mayoría tienen un solo pie, o tronco, de gran tamaño. Se han desarrollado a gran anchura y altura, por lo que la faena de la recogida de las aceitunas es más difícil  y hay que utilizar escaleras (se solían hacer con los palos o pitacos de las pitas por su poco peso y resistencia) para subirse a las ramas más altas, que en los típicos olivos de Jaén o Granada, de volumen pequeño y con varios pies, hacen más accesible su recogida.

 

     Las clases de aceitunas que se cultivan en Gérgal son de las mismas variedades que en Andalucía, es decir, la picual -de tamaño grande y alargadas, son las más tempranas, resisten a las heladas, los olivos las echan a los dos o tres años de plantarse-, la cornicabra -afiladas, buenas para el aceite y como aceitunas verdes de mesa-, la arbequina -pequeñas y redondeadas, muy resistentes al frío, buen rendimiento de aceite-, la manzanilla gorda -de tamaño más grande que la picual, buenas para aceite y para aderezo-, la manzanilla fina -es de las más tempranas, buenas para aderezo- , la farga, la blanqueta, la sevillana…

 

     En Gérgal, era costumbre coger aceitunas verdes de las más grandes, más o menos un mes antes de su recogida, para aliñarlas y comerlas solas o en ensalada. Se cogían unos 5 kg. de aceitunas y se ponían en un cubo con agua y 200 g. de sosa cáustica de 6 a 8 horas para curarlas y perdieran el amargor, después se lavaban para que perdieran el sabor a sosa y se ponían en agua durante 24 horas. A continuación se echaban en una orza de barro o tinaja en una salmuera que se hacía con 3 ó 4 puñados de sal, unas cortezas de limón, unas cortezas de naranja, tomillo, ajos enteros (tres cabezas), hinojo, laurel y cuando pasaban unos días se rectificaban de sal si era necesario y estaban listas para servir. También se preparaban las aceitunas negras partidas con un golpe seco de una piedra, se dejaban secar al sol y después se espolvoreaban con sal y ya estaban listas para servir poniéndoles ajo partido, sal y aceite. Se preparan también poniéndolas en remojo y cambiándoles el agua todos los días durante una semana, el último día se echan en un tarro lleno de agua con sal y especias como orégano, hinojo, estragón, clavos, nuez moscada… y medio limón. Se cierra el tarro, se dejan en maceración durante dos semanas y listas para comer.

 

     Para echar la aceituna, o separarla de las ramas del olivo, debe estar de color negro o negro rojizo, es decir, ya madura. Si la aceituna ya está en el suelo, en buenas condiciones, se recoge a mano, una a una. Para cogerla del olivo, primero se colocan unos fardos -especie de tela en forma de red que también se hacía con sacos abiertos y cosidos- en el suelo rodeando el tronco para que caiga en ellos la mayor parte de la aceituna que se tira del árbol. Antiguamente también se utilizaban mantas y jarapas como fardos. Las ramas que son accesibles desde el suelo se cogen ordeñando las hojas para separar las aceitunas, las que no están al alcance de las manos se cogen desde el suelo vareando la aceituna, es decir, mediante golpes con un palo largo, y también desde una escalera o subidos en una rama fuerte con garabatos -especie de vara que por una punta acaba en un gancho para colgarla y por la otra en una y griega para golpear-, teniendo cuidado de no lastimar las ramas para que no se pierda la cosecha del año siguiente.

 

Vareo de la aceituna y recogida en los fardos

 

     Una vez recogida en los fardos, hay que limpiar la aceituna de las hojas y pequeñas ramas que habían caído del árbol. Tradicionalmente esta operación se hacía “ablentando” (aventando), es decir, lanzando “almorzadas” o puñados de la aceituna en sucio por el aire, contra la dirección del viento -era necesario que soplase un poco de viento-, hasta unos fardos que se habían colocado sobre unas ramas formando una pared y un suelo, en forma de L,  para que la aceituna limpia cayera sobre ellos en la parte final, porque pesaba más, y las hojas y ramas, que pesaban menos, caían al suelo o se quedaban en el primer tramo del fardo. A continuación se volvían a limpiar las hojas y ramas que habían llegado a la aceituna limpia y se procedía a su llenado en sacos que se cargaban sobre las bestias -burros o mulos- para transportarla a la almazara. En los últimos años, los cosecheros esta operación la realizan con una criba en la que cuelan las hojas y la aceituna queda limpia sin colar. En la actualidad se limpian directamente en las almazaras.

 

     La almazara y su funcionamiento

 

     La palabra almazara proviene del latín amurca que significa “pasta amarga procedente de la molienda” y del árabe al-ma’sara o al-mahsara que significa “la que extrae” o “lugar donde se exprime”. Con este término se nombra al edificio donde se extrae el aceite y a toda la maquinaria e instrumentos que contiene.

 

     En la almazara se moltura o muele la aceituna, es decir, se tritura para separar su aceite de las demás sustancias que lleva. La aceituna contiene aproximadamente: entre un 18% y un 32% de aceite, entre un 40% y un 55% de agua y entre un 23% y un 35% de hueso y tejidos vegetales.

     

     Desde que la aceituna llega a la almazara se suceden los siguientes procesos:

 

     1) La limpieza, lavado y clasificación por calidades o variedades es la primera operación que se les hace. Las aceitunas se deben moler el mismo día que llegan a la almazara, pues cuanto más se dejen, su calidad es menor porque fermentan y el aceite se oxida. Era frecuente que esperaran algunos días en los “atrojes” (trojes) por necesidades de funcionamiento.

 

     2) La molienda consiste en la trituración de la aceituna mediante piedras, muelas o rulos cónicos (el empiedro) para formar una pasta homogénea que era amasada mediante unas paletas que tenía el rodezno (rueda que se movía con el movimiento del empiedro) con objeto de separar el aceite del resto de sustancias que tiene. La temperatura de batido no debe pasar de 30º C para que no se oxide y pierda aromas.

 

     3) El prensado es la operación que consiste en sacar de la pasta el aceite y el agua vegetal. Antiguamente se realizaba mediante prensas de vigas de madera (llamadas de viga y quintal y de viga y husillo). En el siglo XX las almazaras se fueron modernizando con la prensa hidráulica. La masa o pasta de aceituna se colocaba sobre los capachos o capachas que se ensartaban en la aguja de la vagoneta. De aquí se llevaban a la prensa y se sometían a presión para que soltaran por dos agujeros, uno a cada lado de la vagoneta, el aceite y la jamila (los residuos) en el pozuelo, quedándose en los capachos el orujo.

 

    4) La decantación consiste en la separación del aceite del agua y restos de partículas vegetales. El aceite y la jamila caían al pozuelo y pasaban después a otros depósitos, de manera que, los residuos sólidos se iban al fondo y el aceite quedaba en la superficie por su menor densidad.

 

     La molienda de la aceituna en Gérgal 

 

     Cuando llegaban las aceitunas a la almazara se pesaban en la báscula. De aquí pasaban a los “atrojes” (trojes) donde se vaciaban. La aceituna los cosecheros más importantes se ponía en un “atroje” diferente para molerla independientemente. La jarcia -vasijas en las que se transportaban- eran los “tocines” -unas “aguaeras” (aguaderas) de pleita- y los sacos, que se empezaron a utilizar más tarde. Una vez vaciados los sacos se pesaban los envases de nuevo, la tara, para descontarla del primer peso -envases llenos- y le entregaban al propietario un vale con los kilos que había “en limpio”.

 

     El paso siguiente era echar las aceitunas en una “torva” (tolva) -recipiente en forma de pirámide invertida, abierta por la parte superior-. De aquí las aceitunas salían por un sinfín -tubo de chapa cortado en espiral para que suba la aceituna- o una canal a través de una cinta transportadora que se movía por un motor eléctrico para caer a una “turbina” o vasija que las iba dejando en el centro de los “rulos” (muelas) -piedras grandes cónicas de granito- que giraban sincronizadas hacia el mismo lado y a la misma distancia, gracias a un motor eléctrico y a los resortes y engranajes que llevaba el mecanismo.

 

     Las almazaras de Gérgal solían tener dos rulos o piedras, las más antiguas eran de caliza -se solían traer de Alhama- y después se sustituyeron por las de granito, pero en los últimos tiempos también hubo de tres rulos. Las aceitunas eran machacadas en este movimiento por los rulos que giraban sobre el “empiedro” -base de granito-. En la parte de afuera del “empiedro” había una canal donde iba cayendo la masa de la aceituna y una “escobilla” metálica la iba empujando para que cayera por un agujero para amasarla con el movimiento del rodezno en la batidora o “batea” -recipiente que tenía un resorte mecánico, una rueda hidráulica con paletas curvas-.

 

      La masa se mezclaba con un poco de agua caliente que caía sobre ella y después se llenaba en calderetas o cubos -vasijas metálicas que tenían un asa en la parte más baja y otra asa por arriba para cogerlos con comodidad-. Con la prensa hidráulica ya no era necesario calentar el agua.

 

Prensa hidráulica de una almazara

 

     Las calderetas se transportaban hasta la “vagoneta” donde se colocaban los capachos o seras -con bordes-, o las capachetas o seretas -sin bordes-, ensartados por un agujero que tenían en el centro, sobre un eje llamado “aguja”, de uno en uno, echando sobre cada uno de ellos una caldereta de masa extendida. La cantidad de capachos venía determinada por la altura de la “aguja”,  sólo se dejaba descubierta la punta, para que encajara en el grueso de la cabeza de la prensa. Los capachos se fabricaban en Jódar (Jaén), también se fabricaron algún año en Gérgal para la almazara de Miguel Martínez Cuadra con trabajadores de Jódar.

 

     La prensa hidráulica se basa en el Principio de Pascal para conseguir un aumento de la presión ejercida sobre una superficie de un fluido (líquido) en todas las partes del mismo, es decir, es una máquina simple con vasos comunicantes impulsados por pistones que amplifica notablemente la intensidad de una fuerza. Los pistones son cilindros de acero niquelado, sin fisuras, que se ajustan mediante un cuero de corona circular para evitar que se salga el agua. El agua se bombea con una bomba hidráulica a una presión que no debe sobrepasar un tope -según la almazara, oscila entre los 250 y 400 atmósferas- porque si es mayor se pueden romper los capachos de esparto. La prensa más comúnmente utilizada consiste en dos puentes de fundición unidos por cuatro columnas de acero y un émbolo que se mueve dentro de un cilindro.

 

     Cuando estaba la vagoneta completa de capachos -tenía su nivel de llenado- se empujaba para desplazarla por unos raíles hasta la prensa. Una vez dentro de ella, se nivelaba hasta que el eje de la vagoneta quedaba en el centro de la cabeza de la prensa. La vagoneta subía hacía arriba por la fuerza de los “bombines” mediante un “pistón” que prensaba los capachos para que soltaran el aceite. Se regulaba su fuerza mediante un reloj que tenía cuatro tiempos según la fuerza con que había que accionar la prensa, dos tiempos para subir y dos tiempos para bajar. El “pistón” salía del suelo cuando los bombines se ponían en marcha para ayudar a prensar el “cargo” -carga de la vagoneta con los capachos- hasta que soltara todo el aceite y la “jamila” (jámila) -los residuos líquidos- o alpechín.

 

     La vagoneta tenía dos agujeros, uno a cada lado, y el aceite caía a los “pozuelos” -depósitos o vasijas, de base cónica, empotrados en la tierra, con pendiente en el fondo para favorecer el vaciado del orujo y la jamila-. De aquí pasaba a los “aclaradores” -compartimentos en el suelo llenos de agua caliente para que la jamila se fuera depositando en el fondo para caer después en las “jamileras” que había que “castrar” de vez en cuando para recuperar el aceite que se escapaba de los pozuelos. El aceite más claro, por su menor densidad, se iba a la parte de arriba que tenía una salida hacia los depósitos -vasijas metálicas de donde surtían a los cosecheros- o hacia el aljibe -para venta general-.

 

     Los cosecheros eran las personas que llevaban la aceituna de sus olivos a la almazara. Unas veces se la pagaban mejor y otra peor, según la aceituna “rendía”, porque la aceituna no era igual de buena todos los años, dependiendo de las inclemencias del tiempo, del lugar o zona, no daban la misma cantidad de aceite las de la vega que las de secano, y de su cultivo. La maquila era la parte que se quedaba el almazarero por la molienda. Se solía dar a los cosecheros 22, 23, 24 ó 25 libras (una arroba de aceite) por fanega (50 kg.) de aceituna, según el rendimiento que tenía la aceituna que se entregaba (aproximadamente el 20%). La equivalencia de las medidas utilizadas es: 25 libras = 12´5 l. = 11´5 kg. Una libra de aceite = 460 g. Para hacernos una idea de la aceituna que se molía en la cosecha de un año, en los últimos años que trabajó la Almazara de José “Casas”, llegó moler más de 400.000 kg., teniendo en cuenta que aproximadamente la mitad se traía de fuera.

 

     Historia de las almazaras de Gérgal

 

     El padre Tapia, famoso investigador almeriense, nos dice de Gérgal, en su “Historia General de Almería y su Provincia” que en época árabe existían: “…siete hornos de pan de cocer, ocho molinos harineros, tres almazaras y un alfar de cántaros, ladrillos y tejas constituían los servicios e industria del lugar. Su mojonera tiene doce leguas en redondo…”

     

     En Gérgal, el cultivo del olivo ha sido una actividad agrícola tradicional, siendo uno de los principales medios de vida de sus habitantes. Sabemos por el Libro de Apeo de Gérgal realizado a partir de 1575 que las tierras de regadío comprendían unas 80 ó 90 hectáreas, densamente pobladas de árboles frutales con predominio de morales y olivos. El conocedor morisco Diego Hernández El Chaguid -gergaleño que vivía en Úbeda (Jaén) desde hacía cinco años, tras la expulsión de los moriscos en 1570- traído para la confección del Libro de Apeo, declaró: “Fue preguntado quántas arrobas de azeite cogían cada año en el término de Gérgal e dijo que cogían los dichos moriscos myl arrovas de azeite, más y menos cada un año, e que agora están los olivos muy secos y maltratados.”

 

     El Libro de Apeos de Gérgal nos dice que existían tres almazaras, lo que nos da idea de la importancia que había llegado a tener Gérgal en el cultivo de la aceituna y la producción de aceite. En los demás pueblos del Valle del Andarax, había tres pueblos que tenían dos almazaras (Benizalón, Lubrín y Lucainena), los demás una o ninguna y solamente Gérgal tenía tres.

 

     Estas almazaras se encontraban, una en el mismo pueblo: “Yten apeamos un molino de azeyte metydo en el lugar, que hera de munchos moriscos. Tyene dos albercas. Está buen ala casa. Y tyene una piedra y entra en ello un solar hazia arriba, junto a el camyno…”. Las otras dos estaban cerca, una en el ejido: “…en el egido, que hera de Luis Caçela y otros, tyene piedra y la casa razonable” y la  tercera en la vega: “…el tercer molino de aceyte había pertenecido a García el Arvi, está bueno y sano.”.

 

     Por el Catastro de Ensenada (1749-1756) sabemos que había olivos de tres calidades que producían aceituna un año cada dos. Por término medio los de 1ª calidad producían 2´5 arrobas, los de 2ª calidad, 1´5 arrobas y los de 3ª calidad, 1 arroba. Suponiendo que los árboles fuesen todos de 2ª calidad para hacer el término medio, en 1568, en Gérgal habría unos 1400 olivos.

 

     El Anuario de Almería de 1925 dice que las almazaras que había en Gérgal eran de:

     - Espinar Martín, Juan

     - Sánchez Iglesias, Micaela

     - Urrutia Martínez, Juan

 

     El Anuario de 1932  dice que los cosecheros principales de aceite eran:

     - Marín Ortega, Cayetana

     - Sánchez Iglesias, Micaela

 

     Tomando como punto de partida o de referencia estas almazaras, vamos a tratar de inventariar las últimas almazaras conocidas en Gérgal pueblo y sus anejos. Son las siguientes:

 

     - La Almazara de Juan Espinar Martín estaba situada al principio de la Calle Hospital, frente al Grupo Escolar actual, por debajo del principio de la Calle La Iglesia (esta calle se hizo en los años 70 y llega hasta la parte alta de la Iglesia atravesando el pueblo entre la Carretera de Las Aneas y el casco urbano). Sus propietarios Espinares han tenido una rama familiar muy poderosa e influyente en Gérgal en la que ha habido abogados y grandes propietarios. Antiguamente se decía un dicho en Gérgal que corrobora la importancia de este apellido: “Gérgal tiene tres males: los vientos del Norte, los Contreras y los Espinares”. Los siguientes propietarios fueron Gracia Soria y su marido Emilio Contreras, conocido por “El médico Soria” por su profesión.

 

     Esta almazara era de las llamadas de sangre, es decir, las piedras de moler se movían con la fuerza que producía un  burro o mulo al girar amarrado a una viga con los ojos tapados.

 

     Sobre los años 1945, 1946 y 1947 fue arrendada a Miguel Martínez Cuadra, "Miguel El Bizco", un “ingeniero e inventor” sin estudios de la época, que la puso en funcionamiento con electricidad, la primera de Gérgal que funcionó así. En su haber también están otras obras como el montaje de dos molinos harineros de cubo en la Rambla de Gérgal (uno en Puertocarrero, conocido como “Molino Capullo”, y otro cerca del Cortijo Montero, conocido como “Molino La Hormiga”), una maza para majar esparto, que después se empaquetaba, en el Molino de Puertocarrero, aprovechando el movimiento del rodezno, y una dinamo que daba luz a su vivienda aprovechando el salto de agua de 17 m, la primera prensa hidráulica, según el Principio de Pascal, en la Almazara de Cruz de Mayo de su propiedad, la instalación en este mismo local del primer Cine de Gérgal en la segunda mitad de la década de los años 40 y el primer y único Molino harinero eléctrico que ha habido en Gérgal (funcionó desde el año 1952 hasta el 26 de febrero de 1976).

 

     En 1948, Miguel Martínez Cuadra, dejaría esta almazara porque sus propietarios Gracia Soria y su marido conocido por “El Médico Soria” le rescindieron el contrato. Los siguientes años, 1948 y 1949, los nuevos propietarios de esta almazara fueron José “Casas” (José Sánchez Martínez) y José Soria Sánchez. En 1950 dejó de funcionar, pues los dos socios se trasladaron a la almazara conocida por Almazara de José Casas.

 

     - La Almazara de Micaela Sánchez Iglesias estaba situada en el Cortijo que hay cerca de la Puerta de la Ermita de San Sebastián, conocido también como “El Banco” -porque en la casa de su propietario, que queda en la Calle Llana o de Sebastián Pérez, hubo un Banco de dinero-, justo donde actualmente se construye el Centro de Interpretación Astrofísica y Medioambiental. Esta señora era la propietaria del Cortijo de Los Jarales en la Sierra de Los Filabres. Se supone que dejó de funcionar a finales de los años 20 o principios de los años 30. Durante muchos años han existido en este lugar unas ruinas que constataban su existencia, pues algunos gergaleños recuerdan, cuando jugaban de niños en los años 40 y 50, unas tinajas con restos de aceite. Es también una prueba de su existencia la alusión, que se hace en la escritura de compra-venta que se hizo en los años sesenta cuando Emilio Contreras Soria vendió este cortijo a su actual propietario José Contreras Naveros, en la que dice que allí existió una barrilería y una almazara. Por lo visto, parece ser que las dos industrias estaban contiguas.

 

     - La Almazara de Juan Urrutia Martínez, también conocida por Almazara de Juan Parra Romero y por Almazara de José Casas, estaba situada en el paraje de Cruz de Mayo, en el camino de la derecha que va al Carril, por debajo de la Balsa de Dña.  Gracia (llamada así porque regaba su cortijo) y lindando por la derecha con la Balsa del Cortijo Miura. En la actualidad se encuentra en un camino vecinal que ha quedado al sur de la autovía A-92 en la parte oeste del núcleo urbano.

 

     Hemos visto anteriormente que en el año 1947 Miguel Martínez Cuadra, "Miguel El Bizco", dejaba la Almazara de Juan Espinar Martín y se trasladaba en arriendo a ésta, que por entonces era propiedad de Juan Parra Romero. Había sido una antigua barrilería y funcionaba como las antiguas almazaras de sangre de toda la vida, es decir, con la fuerza de una bestia (burro o mulo) que con los ojos tapados daba vueltas tirando de una viga que movía las dos piedras o rulos cónicos que molían o machacaban la aceituna. Él cambió la fuente de energía animal por la electricidad. La tuvo en explotación  en los años 1948 y 1949, y en 1950 se volvió a trasladar a un local de su propiedad en el paraje de Cruz de Mayo que había sido una Barrilería y entre 1945 y 1950 el primer Cine de Gérgal.

 

     A principios de los años 50, como también hemos visto anteriormente, la tomaron en explotación José “Casas” (José Sánchez Martínez) y José Soria Sánchez. Más tarde, sobre 1956 ó 1957, se la compraron a Juan Parra Romero, y poco después José Soria se marchó a Madrid, quedándose como único propietario José "Casas". Desde entonces él -hasta su jubilación- y después sus  hijos Juan y José Sánchez García la han tenido en funcionamiento hasta principios de los años 90. Ha sido durante la mayor parte de los años 60, 70, 80 y principios de los 90 la única almazara que ha funcionado en Gérgal. Muchos gergaleños han trabajado en ella como almazareros en los tres meses que solía durar la campaña de la aceituna en turnos de día y noche.

 

     Estaba dotada de todo tipo de maquinaria, utillaje y herramientas para su funcionamiento. Así tenía: tres rulos o piedras cónicas de moler -las más antiguas de caliza, las últimas de granito-, prensa hidráulica, “atrojes”  (trojes o baches), pozuelos, fargues o acequias, capachos o seras, capachetas, tinajas o depósitos, báscula… Para el prensado y obtención del aceite con la pasta obtenida en la molienda tenía una prensa de husillo manual que después funcionó con electricidad y más tarde se sustituyó por una prensa hidráulica. Su antigüedad es desconocida, y es probable que aquí existiera otra almazara anterior por los restos de dos empiedros cilíndricos que existen en el patio de trojes.

 

     - La Almazara de Miguel Martínez Cuadra ("Miguel El Bizco"), también llamada Almazara de Cruz de Mayo o de la Santa Cruz por encontrarse situada en el paraje de Cruz de Mayo, junto a la Ermita de la Cruz de Mayo, frente a la antigua Terraza Discoteca “La Granja” y el cruce de la Carretera de Las Aneas.

 

     Su propietario, Miguel Martínez Cuadra, había dejado la Almazara de Juan Espinar Martín en 1947 cuando su propietaria Gracia Soria le rescindió el contrato; de aquí se fue a la Almazara de Juan Parra Romero  y en 1950 se volvió a trasladar a este local que había sido una Barrilería para el envasado de la uva de barco y en el que había instalado después el primer Cine de Gérgal entre 1945 y 1950. Esta almazara estaría en funcionamiento hasta 1962 ó 1963.

 

     Su propietario la montó con maquinaria e instalaciones modernas de la época. Funcionaba con electricidad y fue la primera almazara de Gérgal que instaló la prensa hidráulica según el Principio de Pascal.

 

     Su actual propietario Juan Francisco Martínez Carreño la ha reconvertido en una nave industrial. Se conservan en una casa privada la piedra de asiento y los dos rulos, todo ello en caliza.

 

     - La Almazara del Camino de Las Terreras o de El Carril, es una antigua almazara que estaba en el camino que iba hacia El Carril. Para situarnos, se bajaba del pueblo por la Carrera que partía del Cuartel de la Guardia Civil y al llegar al Cortijo del Cura, en lugar de tomar el camino de la izquierda que iba a la Fuente de La Canaleja y a la Rambla, se tomaba el de la derecha que nos llevaba hacia El Carril. Justo al terminar el Cortijo del Cura había un camino estrecho que también comunicaba con La Canaleja, pues enfrente, haciendo esquina con los dos caminos había unas ruinas de una almazara que los más viejos del lugar no recuerdan haberla visto funcionando. Este camino más adelante se bifurca en dos: por la izquierda el camino de Las Terreras, que continúa por el Cortijo de los Pinos o de Don Gonzalo hasta llegar a El Carril por la balsa de La Canal, y de frente por el Cortijo de los Eucaliptos o de Doña Adela hasta bajar a El Carril.

 

     - La Almazara de Las Aneas, también llamada Almazara de Los Millonarios y Almazara de Juan Martínez Urrutia (padre de Miguel Martínez Cuadra), estaba situada en la salida de la carretera de Las Aneas al Almendral, junto a la curva que se tomaba para ir a las Minas de Los Malagueños.

 

 

Almazara de Las Aneas en la actualidad

 

     Es de antigüedad desconocida. El edificio está en estado semirruinoso y se puede observar que era de las llamadas de sangre (funcionaba con la fuerza de una bestia), y aún permanecen en él, la prensa y las piedras o rulos.

 

     - Las Almazaras de Aulago, se encuentran, una en la parte de abajo y otra en la parte de arriba del pueblo, a orillas de la Rambla. Su origen parece ser árabe, aunque sus edificios actuales se construyeron entre 1920 y 1930.  Molían alrededor de 150.000 kg. de aceituna, según una estimación hecha por los propietarios y cosecheros de la época. Se cerraron en la Guerra Civil (1936-1939). Eran de sangre, pues en esta época no había electricidad en Aulago.

 

     La de la parte de arriba se llamaba Almazara de Pelayo (su mujer se apedillaba Membrive) permanece en estado de conservación aceptable porque al estar hecha de tapial, sus muros -en los que se observan mechinales- se han endurecido con el tiempo debido a su clima seco. Su estado de conservación es bueno. Es la de mayor tamaño de la zona y posee una prensa de viga de 10 m. de largo formada por tres maderos unidos con abrazaderas de hierro. Existen en ella varias piedras o rulos en el interior y en la zona de trojes (hay más de cuarenta).

 

Estado actual de la Almazara de Aulago

 

     - La Almazara del Royo (Arroyo Verdelecho) estaba como su nombre indica en este anejo de Gérgal. Daba servicio a los olivares de estos pagos, de tamaño menor que las de Gérgal. Era de un solo rulo y el último que funcionó se lo llevaron de la Almazara de José Casas que los había renovado por otros de granito.

    

     - En la actualidad la única almazara que funciona en Gérgal, desde la temporada 2010/2011, es la almazara móvil "La Casa del Castillo" que se ha ubicado en el Paraje Cruz de Mayo, a la entrada del Cortijo de Juan Márquez, junto al Barranco del Cementerio. Sus propietarios son Ángel Uceda y José Pardo.

 

 

 

     Y éste ha sido el recorrido que hemos hecho por el tiempo para conocer este patrimonio industrial que estamos obligados a estudiar, conservar y en la medida de lo posible recuperar.

 

     A continuación un poema de nuestro "Poeta de Gérgal" que nos evoca cómo eran las almazaras que hemos contado.

 

LAS ALMAZARAS DE GÉRGAL

             A Carmen Soria Sánchez

 

Perfumado de aceituna...

-¡de paladares deleite...!-

las almazaras de Gérgal

daban exquisito aceite...

..................................

 

De los añosos olivos...

-cultivados en bancales...-

provenía aquel oro verde...

¡de sus verdes olivares...!

 

En asnos y mulos iban

a parar a la almazara

serones llenos de olivas...

de brillante piel morada...

 

Que luego el almazarero

en aceite transformaba...

y en garrafas y vasijas

los gergaleños llevaban,

-alegres y satisfechos...-,

y en los cortijos o el Pueblo

para el  año almacenaban...

 

¡Porque habiendo pan y aceite

a nadie el hambre espantaba...!

....................................

 

Las almazaras de Gérgal

daban aceite dorado...

¡mas hoy, como sus molinos,

son historia del pasado...!

 

                    W. Sader

 

    

     Fuentes documentales:

- García Latorre, Juan. “Sierra de Filabres entre los siglos XV y XIX: paisajes agrarios, economía y estructuras sociales”. Tesis doctoral. Universidad de Granada.

- Anuario de Almería. 1925

- Anuario de Almería 1932

 

- Entrevistas orales a gergaleños y gergaleñas, a los que quedo profundamente agradecido.

                                           

                                                                                                                                                                                                     Juan López Soria

 

 

 

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